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9/5/2009

Fuente: Cristo Hoy - Nota de Tapa
Año XIV N° 780
7 al 13 de mayo 2009

La defensa del Padre Grassi

El fundador de Felices los Niños sintetiza lo que el juicio, de ocho meses de duración, ha demostrado hasta ahora.




Las pruebas de Grassi

'[...] En ocho meses quedó claro que la causa es un armado mentiroso y que soy inocente', afirma el fundador de Felices los Niños mientras avanzan los alegatos de su defensa.


¿Cómo avanzan los alegatos?

      —Estoy muy conforme. Confío plenamente en mis abogados, los que se apoyan en la verdad y sé que actuan por convicción. Días pasados, uno de ellos me dijo con emoción que en este juicio habían reencontrado el por qué de su eleccion vocacional por el Derecho, se habían comprometido tanto, que volvieron a trabajar sábados, domingos, feriados, sin desaliento, abrazando así por segunda vez en la vida la abogacía a la que Dios los llamó.


¿Qué pruebas lo incriminan?

''Tengo paz y esperanza. La esperanza está fundada en la certeza de que se ha demostrado mi inocencia.''
''Tengo paz y esperanza. La esperanza está fundada en la certeza de que se ha demostrado mi inocencia.''
      —Me incriminan tres testimonios contradictorios que primero me imputaron por escrito, luego me escucharon en el Juicio oral, tomaron nota y denunciaron de nuevo adaptándose a mi declaración. Me incriminan pericias psicológicas hechas a los denunciantes que dicen que sus relatos son verosímiles, o sea parecidos a un hecho real de abuso, pero, de acuerdo a lo dicho por los peritos, eso no indica que digan la verdad. Nunca una pericia psicológica puede determinar si una persona miente o dice la verdad. Mentir no es una enfermedad, si no, no habría un mandamiento que lo prohiba. La mitomanía o la fabulación son patologías, pero sentarse a mentir en un juicio por ciertos incentivos es un acto libre y sólo se puede descubrir con pruebas y testimonios que lo contradigan. La verdad o la mentira se ventilan y descubren en el Juicio oral, y en ocho meses quedó claro que la causa es un armado mentiroso y que soy inocente.


¿Y las pruebas que demuestran su inocencia?

      —Hay que recordar que quien acusa debe demostrar lo que dice y no al revés. A pesar de eso mi Defensa demostró que los que denuncian mintieron junto a otro conjunto de personas que trataron de ayudarlos. Las pruebas que me absuelven son los testimonios contundentes de los chicos que egresaron de la Fundación, las pruebas documentales que aporté, las pericias caligráficas que revelaron la veracidad de cartas que los denunciantes negaron y que complica sus imputaciones.


¿Y las pericias que a usted le hicieron?

      —Las pericias que a mí me hicieron, a pesar de la ambigüedad en la redacción, las mismas aseveran que no tengo ningún tipo de parafilia, o sea ni homosexualidad ni pedofilia. El juez Lozada, de Santa Cruz, pidió para el examen psicológico y psiquiátrico la utilización de distintas técnicas para determinar si había indicadores indiscutibles que hayan causado trastornos en la conducta sexual. Y la conclusión de los peritos oficiales fue negativa. Y también pidió el juez: "El diagnóstico del causante y si necesita tratamiento específico para las eventuales patologias que presenta". La conclusión de los peritos oficiales fue: "En cuanto si existe un trastorno parafílico, [...]no es posible concluir si dicha sintomatología se encuentra presente". Las conclusiones son claras aunque parecía que las redactaban muy a su pesar.

Lo que los peritos no podían entender es el sentido del celibato, y es por eso que en un momento me presenté al juez Santiago Lozada, de Rio Gallegos, para reclamar que el perito oficial, licenciado Mendicoa, me había dicho que el celibato era anormal. Esta semejante afirmación era ya un prejuicio que preanunciaba que me veía anormal a mí, en consecuencia.


¿Tiene paz al llegar el momento del veredicto?

      —Sí. Tengo paz y esperanza. La esperanza está fundada en la certeza de que se ha demostrado mi inocencia. El temor a la injusticia no tiene lugar en mi alma como tampoco la sed de venganza. La última palabra será reconciliación y el día después, como decía Don Orione: "Un Ave María y adelante".

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E N C U E S T A
Padre Grassi:
¿Inocente o culpable?




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