Novedades del Juicio

El martes 3 de marzo declararon dos testigos. En primer lugar testimonió Delicia, una colaboradora y ex empleada de la Fundación y luego Darío, hijo de la señora Mabel quien diera su testimonio hace una semana.

25 años no es nada

Delicia conoció al Padre Grassi en 1984 cuando ella era celadora en el Hogar del Menor Juan Carlos Landó de San Justo, pero perteneciente a la Municipalidad de Morón. Esta Institución tenía alojados unos 60 niños, niñas y adolescentes derivados por los Tribunales de Menores de Morón: Jueces Trezza, Raffo e Ibaldi. Julio César Grassi en ese tiempo era salesiano estudiante de Teología y aún no se había ordenado de sacerdote. Los fines de semana los seminaristas desarrollaban actividades pastorales en lugares designados por los Superiores. Julio Grassi era Capellán del Batallón de Exploradores de Don Bosco “Padre José María Ricardes” que funciona en la sede del Santuario Sagrado Corazón de Jesús en la Avenida Monseñor Bufano Nº 320, San Justo e iba con un Grupo de Soles (los líderes) a acompañar a los niños y niñas alojados en el Hogar Landó.

La fuerza del cariño

Delicia manifestó con toda certeza que el trato brindado a los chicos provenía de la autoridad de quien los quiere y es querido. Julio era para ellos un amigo y un hermano mayor que los llevaba a pasear y a campamentos, les daba catequesis y los animaba a sobrellevar ese dolor con esperanza. Pasado el tiempo Julio comenzó a ser el Padre Julio y ya en su rol de sacerdote era más difícil poder asistir al Hogar del Menor por sus obligaciones, aunque periódicamente los visitaba y llevaba donaciones.

Trabajo y templanza

En el año 1991 el Padre Julio Grassi comenzó a trabajar junto al Padre Elvio Mettone en el Hogar La Casita de Paso del Rey y allí la llevó a Delicia para que ayudara en la limpieza de la Casa de los Preadolescentes. Por la tarde también cumplió tareas en los Hogares CEFAM y Juan Carlos Landó donde el Padre Grassi fue Director. Esto lo dijo en el Juicio y quienes la interrogaron pudieron ver la magnitud de las tareas realizadas en ese tiempo, lo que deja en claro que el Padre Grassi no reducía su tarea cotidiana a opinar en una Radio o en un programa de TV.

Respecto a los horarios y actividades hechas en el Hogar La Casita como en los Centros infantiles municipales quedó claro que demostraban una total consagración al trabajo y a la misión comprometida en su lema sacerdotal: Padre de los que no tienen padre.

Uno para todos

Delicia comenzó a trabajar de distintas formas en la Fundación Felices los Niños desde su creación hasta la actualidad. A pesar de tener que sobrellevar una dura enfermedad y realizar quimioterapia siguió asistiendo a los niños desde el lavado y ordenamiento de la ropa como así también ayudando al Padre Grassi con el lavado de su ropa. La testigo ratificó lo que muchos dijeron respecto a la austeridad de la habitación del sacerdote y la sencillez con que vestía. Ingresó también en el tema de los supuestos favoritismos a algunos chicos dejando aclarado que a todos los internos de Felices los Niños se los vestía lo mejor posible con donaciones de empresas como de particulares y, cuando era necesario, comprando lo que no había en stock en los placares de Ropería. En Felices los Niños tenían zapatillas Adidas, ropa de Giesso, de Ruta 66, Wrangler nuevos, y hasta envíos de ropa importada que por problemas legales en Aduana aterrizaban en los roperos de los chicos. Desmintiendo al primer denunciante (Ga), Delicia dijo que la Ropería no atendía a la medianoche y que la ropa era entregada con anticipación a los encargados ya que pasadas las 21 hs. nunca hubo atención en ese sector.

Las manos en el fuego

También Delicia dio su testimonio sobre la persona del Padre Grassi diciendo que jamás escuchó a ningún chico decir que haya tenido la más mínima sospecha de haber sido abusado siendo que ella al ser nochera tenía diálogos donde muchos de ellos contaban con dolor los vejámenes a los que habían sido sometido en la calle.

Los otros

Dio una semblanza de algunos ex empleados. Por ejemplo de Betty, la Panadera, dijo que era una persona trabajadora pero que siempre estaba como alterada y que quedó resentida porque al marido lo habían despedido por un problema que tuvo con un chico al que agredió. De Clementina dijo que a pesar de que le faltaba un brazo, ordenaba la ropa bien y planchaba correctamente pero fue despedida por las monjas de la Casa de Niñas porque hurtó calzado de las chicas del Hogar.

Mentiras de madera (a lo Pinocho)

Le preguntaron acerca de los calzoncillos usados por el Padre Grassi, y su respuesta demostró que el denunciante mintió al describir colores que ningún sacerdote usaría, aunque no se vean. También quedó probado que cuando el denunciante Al dijo que se “hundía en el pozo del colchón de la cama de Grassi” también mentía ya que era de tipo sommier duro, de una plaza, recetado por el kinesiólogo del Padre Grassi. Este mismo denunciante dijo haber visto un cuadro de los padres del sacerdote en la pieza cuando en realidad esa foto fue regalada un año y medio después de la ubicación temporal dada por Al. Tantas desmentidas por parte de quien día a día conocía a un cura simple en medio de una gran Obra, de costumbres sencillas y pocas cosas para sí y muchas para los demás, probaron otra vez la gran mentira de Telenoche Investiga.

Transparencia

El Padre Julio Grassi, según la testigo, no tenía nada que esconder y ningún cajón ni ropero tenía llave y ella podía acceder a todo. Muchas veces hubo chicos que con enfermedades epidémicas utilizaron el cuarto contiguo al del religioso y nadie dijo tener la menor sospecha de su Padre Espiritual quien se manejó siempre con delicadeza y paternidad.

Por 30 monedas

El segundo testigo, de nombre Darío, era el hijo de Mabel. En el mes de julio de 2006 el joven quedó a cargo de la casa de sus padres ya que éstos habían ido a misionar a El Calafate. Al, ya de 23 años, se quedó y nadie sabía que había denunciado al Padre Grassi el 6 de julio anterior. Pocos días después (un domingo) Al le preguntó a Darío que es lo que iba a hacer a la tarde y éste le respondió que iba a festejar el cumpleaños de su nene. Lo invitó, pero Al dijo que tenía un compromiso aunque le preguntó a qué hora volvería de la fiesta, a lo que éste le respondió que a las 20 hs. Darío fue al salón que alquiló para el Cumpleañitos de su bebé y a la vuelta encuentró la reja de la casa de sus padres doblada y adentro todo revuelto, faltando su moto nueva, el equipo de DVD, Computadora y dinero, entre otras cosas. Se preocupó de que Al estuviera lastimado porque no sabía si el atraco había sido con daño de alguien adentro. Contrariamente a lo que declaró el tercer denunciante contra el Padre Grassi (Al), Darío manifestó que no pudo encontrar a Al en toda esa noche. La Policía vino rápidamente y revisó el lugar, no dando muchas esperanzas de que aparezcan las cosas. Allí Darío con un amigo ordenaron todo para que los padres a la vuelta de la Patagonia no vieran ese desastre y sufrieran lo que estaba viviendo.

Buenos días Vietnam

Al día siguiente apareció Al como si nada, diciendo ¡Buenos días! Darío, convaleciente todavía del bombardeo de los cacos del día anterior, le contó lo ocurrido. Impertérrito, Al entró en un cuartito donde guardaba la ropa y le dijo que a él le faltaban más de dos mil pesos.

Cartas que van y vienen

Según relató Darío a preguntas de la Defensa, Al no tenía ninguna carta en la mano, según iba a decir al Fiscal de Morón. Sólo le pidió hacer una fotocopia de la denuncia y se fue con esa copia. Al se presentó en la Fiscalía Nº 7 de Matías Rappazzo llevando una supuesta carta que según su versión lo amenazaba y que habría encontrado arriba de la cama de su cuarto (él tenía la cama en el living y no tenía cuarto). Luego en el Juicio Oral dijo que la encontró entre la ropa. Otra mentira más acreditada de un denunciante que, solo él, muestra el armado de la Causa contra el Padre Julio César Grassi.