Fuente: J U I C I O D I A 7 0
Sinopsis del septuagésimo día
Durante la jornada del jueves 5 de febrero declararon dos testigos. Se trata ante todo de un maestro de la EGB de la Fundación que estuviera a cargo, en 1996, de 7o Grado, al que asistiera el primer denunciante de Telenoche Investiga. También testimonió Julio Ignacio, joven egresado de la Fundación.
Al maestro con cariño
El maestro Segundo Rubén Gatica recordó al joven quien ahora acusa al Padre Grassi como un alumno más, inquieto como tantos otros y a la vez cumplidor con las clases, lo que se registraba en el libro de asistencia de los alumnos. También afirmó que el Padre Grassi no se involucraba en los temas disciplinarios, los que tenían cauces normales como en toda Escuela. Los niños internados en la Fundación, de acuerdo a lo declarado por Gatica, eran llevados por los Encargados a clase antes de las 8 de la mañana y retirados a las 16 hs. después de la merienda. Respecto a los chicos asistidos en la Institución, tanto internos como externos, estaban en situación de “riesgo social” y los docentes muchas veces sufrían agresiones de los mismos, las que aceptaban pacientes esperando, al estilo de Don Bosco, el cambio del que cada niño es capaz si se lo siembra en un buen ambiente. Por esta razón no se realizaban suspensiones ni expulsiones ya que la Escuela era inclusiva y no excluyente. Si un chico no estaba en la Escuela estaba en la calle. Por esta razón es que los sábados por la mañana había talleres obligatorios de distintos oficios. Cuanto más ocupados estén los niños, niñas y adolescentes, mejor. Gatica dijo que el programa de Telenoche Investiga los tomó a todos por sorpresa ya que jamás nadie había escuchado rumores ni acusaciones por parte de los chicos de abusos por parte del Padre Grassi a ningún niño o niña ni adolescente. Relató que el día del programa conducido por Miceli y Santillán, idea de Carlos De Elía, los chicos padecieron la presencia de la Policía que requisó Hogar por Hogar de la Fundación ante el llanto y rabia de los casi 400 menores alojados en la Obra en aquel entonces.
Mucho para recordar
A continuación declaró por más de tres horas un joven egresado de la Fundación, Julio Ignacio. Fue un testimonio detallado, extensivo a la presencia de dos de los denunciantes en la Fundación y a la vez con momentos conmovedores donde respondió que el Padre Julio Grassi es su papá y un papá con todas las letras. Ingresó a la Fundación llegado de un país vecino, sumergido en la pobreza y con problemas familiares que llevaban a tener que internarlo a la Obra. La Fundación lo recibió en 1996 y al ser un problema asistencial no lo hizo pasar por un Juzgado de Menores. En el año 2002, los mismos que promovían las desjudicialización de menores obligaron a este adolescente y a todos los menores de la Fundación que no estaban bajo una Causa Asistencial, a que tengan que soportar el peso de tener que estar bajo la tutela de un Juez. La Fundación fue pionera en la práctica de distinguir quién necesitaba pasar por un Juzgado y quien no. Paradójicamente quienes más criticaron esta actitud de la Obra del Padre Grassi fueron quienes al promover la nueva Ley de Menores adoptaron la práctica de Felices los Niños en la letra.
Respecto a lo dicho por Julio Ignacio, podemos afirmar que fue contundente en las pequeñas cosas que formaban parte de su vida escolar en la EGB y Polimodal de la Fundación, en el conocimiento que tenía de quienes denuncian al Padre Grassi y de las circunstancias que están alrededor de estas falsas acusaciones. Resaltó que lo único que se pedía en la Fundación es que se estudie y que se priorizaba esta actividad absolutamente a tal punto que ningún niño podía dejar de ir a la Escuela. Dijo que la comida en la Fundación era buena y la ropa de marca para todos.
Pesadilla en lo profundo de la noche
Contó que al ver el programa de Telenoche Investiga con los compañeros de casa, todos se horrorizaron esa noche al ver tal suma de mentiras. Sentían que estaban viviendo una pesadilla de la que no podían despertar. Con mucha emoción dijo que el día anterior al programa el Padre Grassi reunió en su Capillita a los adolescentes mayores de la casa y les dijo que “se vienen tiempos difíciles, les pido que ahora más que nunca estemos unidos. Sean fuertes pero no agresivos. Tienen que apoyar a la Fundación más que nunca”. Cuando Julio Ignacio fue preguntado “¿que provocó en la Fundación la detención del Padre Grassi?” contestó: “En los chicos provocó bronca, indignación. Sabíamos que esto era falso... Muchos nos pusimos a llorar por la aberración que estábamos viendo”. Cuando el Fiscal le preguntó por qué él y los compañeros vinieron a la Fiscalía el día de la detención del Padre Grassi respondió: “Porque a nuestro papá lo habían metido preso injustamente y no aguantábamos pasar un día normal como si nada pasara”... “Fuimos a hacer una cadena de oración frente al lugar donde nuestro padre estaba declarando y queríamos que lo dejen libre porque es inocente”, concluyó con emoción. Hablando del tercer denunciante dijo que le dolió enterarse de esto ya que este muchacho era quien más defendía al Padre Grassi y promovía hacer carteles pidiendo por su liberación. Dijo haber escuchado de su boca que recibía constantes amenazas para que acuse al Padre Grassi lo que finalmente hizo.
Crueldad intolerable
Al final llegaron la preguntas del inefable Juan Pablo Gallego quien en nombre del Comité de Defensa de los derechos del Niño (CASACIDN) de Estela Carlotto, no hizo más que burlarse del joven, sobrándolo y como dicen los pibes “gastándolo”. Entre otra cosas le preguntó al muchacho si en la Fundación los chicos tenían un lugar destinado a “hacer el amor”. Como el joven le respondió negativamente lo humilló, haciendo uso o abuso del juramento de decir la verdad, exigiéndole contar cómo se las arreglaba para tener relaciones sexuales con su novia, pidiéndole contar detalles íntimos que nada tienen que ver con lo que se investiga en el Juicio. Su finalidad fue avergonzar al testigo para que se arrastre ante “la grandeza del abogado que abusa de su rol de interrogador”, al estilo de las más abyectas dictaduras. Lo llevó por dialécticas verbales que no sumaron nada al Juicio sino más bien generadas para que Gallego expanda su ego delante del recinto al que sentía como público y al que hizo reír a carcajadas más de una vez, al llamar al testigo “imputado”... o al formular preguntas sin pies ni cabeza que ni él entendía. Cansado el testigo de tanta presión y burlas de Gallego le reclamó: “¡Qué preguntas tan absurdas hace Doctor!”, lo que llevó a que el Tribunal llamara la atención al joven para que no califique las incalificables bocanadas de desubicación de Gallego.
Para finalizar, el mediático abogado largó una pregunta:
- Diga: ¿Qué taller eligió en la escuela, “Arte” o “Apicultura”?
- ¿En la EGB o en el Polimodal?, respondió Julio Ignacio.
- En cualquiera, da lo mismo, aclaró sin ganas Gallego.
El Tribunal llamó la atención al devaluado letrado, cuyas pilas ya estaban gastadas:
– No es lo mismo la Primaria que la Secundaria. En la Secundaria o Polimodal de aquel entonces había carreras o modalidades a elegir, le dijo el Juez Gómez.
Gallego, quien no entiende nada de educación, miró con cara de responder “¿Lo qué?...” y dejó sin efecto su inteligente pregunta, lo que hizo por un movimiento reflejo de su lengua no coordinado con el cerebro.
No conforme con sus brillantes acotaciones, el Dr. Juan Pablo Gallego preguntó al joven si sabía cual era la orientación sexual de Grassi. Julio Ignacio le respondió “nunca ví ni sospeché nada que me haga pensar que fuera anormal”... “Siempre lo vi como un papá con todas las letras”, sentenció el corazón agradecido del joven, ahora padre de familia, honrado ciudadano y buen cristiano.