Opiniones

13/2/1999

Fuente: Clarín

Los medios frente a su mayor crisis de credibilidad

Los diarios norteamericanos deben remontar el escepticismo y descreimiento que provocó la cobertura del sexgate

Por OSVALDO TCHERKASKI. De la Redacción de Clarín.
Una operación destinada a cavar la tumba política del presidente Bill Clinton se transformó, al cabo de trece meses, en un verdadero triángulo de las Bermudas para la oposición republicana y para los medios periodísticos. El viejo partido conservador enfrenta el riesgo de verse reducido a un grupo fundamentalista dedicado a humillar al jefe de la Casa Blanca de aquí al 2000, año de cierre de su segundo mandato, mientras los mass-media, especialmente la prensa escrita, viven la peor crisis de credibilidad de toda su historia. Una investigación elaborada por la American Society of Newspaper Editors, la organización representativa de los editores de diarios norteamericanos, con 875 adherentes, arroja conclusiones devastadoras (ver infografía) sobre las reacciones de la opinión pública ante lo que recibe como información. Concluido a mediados de diciembre y recientemente difundido, el informe parece un cuestionamiento sobre la producción de noticias más allá de las diferencias de contexto y de los condimentos de adulterio y sexo clandestino en el principal despacho presidencial del mundo, conocido como Monicagate, que involucró a Clinton con una joven becaria de la Casa Blanca, Monica Lewinsky. Las principales conclusiones de este informe se pueden resumir así:El público cree que los diarios se mueven en procura de historias sensacionalistas simplemente porque son excitantes, no porque son importantes, y porque aumentan las ventas. Los lectores de diarios que han tenido alguna experiencia en el universo informativo son los más críticos sobre la credibilidad de los medios. El 73% de los adultos es escéptico sobre la exactitud de las noticias, y el 68% cree que los diarios publican muchas informaciones sin chequeo previo, sólo porque otros diarios las han publicado antes, no porque sean ciertas. Tal vez lo más relevante es que cualquiera de estos puntos pone en evidencia que los diarios norteamericanos violan, adulteran o traicionan sus propios estándares de ética y rigor profesional. Una de las mayores sorpresas de la cobertura del escándalo que terminó hastiando a EE. UU. y al mundo fue que la mayor parte de las noticias destinadas a relatar sus mayormente sórdidos pormenores carecían de fuentes o se basaba en fuentes anónimas. Es un hecho ahora comprobado, que ello se debió a razones de competencia feroz en el mercado de venta de diarios. Bastaba que alguno publicara una versión para que los demás la siguieran, sin cuidado en verificarla. La otra gran sorpresa fue que al conocerse, a principios de setiembre, el informe del fiscal especial Kenneth Starr, un relato de pornografía triste cuya extensión podría medirse en kilómetros de papel, 150 diarios norteamericanos exigieron la renuncia de Clinton por haber mentido a la opinión pública. Entre este conjunto figuraban los prestigiosos The Wall Street Journal, USA Today, Chicago Tribune o The San Francisco Chronicle. Correlativamente, la opinión pública expresaba exactamente lo contrario a través de las encuestas, cada vez más propicias al Presidente incurso en delito de felación. Este antagonismo entre la opinión de los medios de alta influencia nacional o local, y los públicos a quienes se dirigen, no sólo puso en escena una gran fisura entre influyentes e influidos: demostró que el escándalo fue en gran parte construido y sobredimensionado por los diarios, sin hablar de la televisión, que en este aspecto se llevó el mayor bochorno. Es más: la prensa había pasado a ser uno de los protagonistas del escándalo y no un testigo neutral de su desarrollo. Todo indica que los orígenes de este fenómeno mediático tienen menos que ver con la ética y la moral que con las mega transformaciones en la tecnología y en el manejo de la industria de la comunicación. Si la venta de noticias siempre fue un negocio, la modificación ahora es que la prioridad está puesta en la dimensión de las ganancias y no en el valor social de la información. En cuanto a lo que se podría entender por moral, el calendario indica que Clinton ordenó los bombardeos sobre Irak el 16 de diciembre, horas antes de que el Senado votara si decidía someter a juicio político al presidente. Si Clinton mintió sobre sus derrames seminales en los vestidos de Monica, la presunción de mentira sobre las verdaderas causas de la guerra de baja intensidad contra Irak parece, por lo menos, más grave. Ninguno de los medios, ni mucho menos de los dirigentes políticos, que exigieron la renuncia de Clinton, mencionó el hecho como eventual causa de enjuiciamiento. No sólo estaría en juego el perjurio, sino la posibilidad de crímenes de guerra.

Link al artículo original

Link permanente a este ítem

E N C U E S T A
Padre Grassi:
¿Inocente o culpable?




Ver resultados
(Luego de votar cierre la ventana)
Comienzo encuesta: 21/12/2008