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1/9/2008

Fuente: Revista Gente N° 2249

Julio Grassi
“Me siento crucificado, pero voy a demostrar mi inocencia”


Enfrenta la semana clave del juicio en el que se dictaminará si es culpable o inocente de los delitos por presunto abuso deshonesto y corrupción de menores. Y promete ejercer su defensa revelando detalles jamás contados en el expediente. ¿Cómo vive, qué piensa y qué siente el sacerdote en el momento más crítico de su vida?

Hágase tu voluntad El padre Grassi celebró misa el último fin de semana, previo a su esperada declaración como imputado en la causa. “Estoy sereno, tranquilo, porque también voy a exponer mis pruebas”, le confió a su gente.

Hágase tu voluntad
El padre Grassi celebró misa el último fin de semana, previo a su esperada declaración como imputado en la causa. “Estoy sereno, tranquilo, porque también voy a exponer mis pruebas”, le confió a su gente.
Acaba de dar misa y reflexiona ante sus fieles: “Todos somos pecadores, desde el Papa hasta el último monaguillo. Por eso, siempre rezamos el Yo pecador y el Pésame... Tan es así que cuando comenzamos esta santa celebración siempre imploramos: ‘Señor, ten piedad’. Eso no quiere decir que uno haya cometido algo tan aberrante como lo que me están endilgando”, explica a una fiel seguidora que le pide su bendición, y de inmediato se persigna.

El padre Julio César Grassi (52) es consciente de que con el comienzo del juicio donde se dictaminará si es culpable o inocente de los delitos por presunto abuso deshonesto y corrupción de menores, también inicia una cuenta regresiva, cuyo resultado puede reivindicarlo o terminar de hundirlo. Sin embargo, pese al sinsabor que soporta desde el año 2000, cuando se inició la causa a través de un anónimo que difundió Telenoche Investiga por una cámara oculta, confiesa tener fe: “Me siento crucificado, pero voy a demostrar mi inocencia”, reconoció ante sus más allegados después de la primera semana de estar sentado en el banquillo. Y agregó: “Estoy sereno, tranquilo porque también voy a exponer mis pruebas. Si todo se desarrolla normalmente, la última palabra que voy a escuchar será absolución. No puedo predecir lo que va a suceder, pero tengo fe”.

Cuando quienes lo quieren bien le consultan cuál sería su reacción si lo declaran culpable, dicen que el sacerdote respondió tajante: “Si me absuelven lo voy a aceptar. De lo contrario no, nunca. Para mí, la única posibilidad que existe es salir inocente, porque coincidiría con la verdad. Todo lo de mi acusación es un invento armado, que alguien compró vaya a saber por qué. Creo saberlo, pero no es el momento de decirlo. Primero tengo que declarar ante la Justicia”, explicó, según cuentan, con mucha firmeza. Entre su gente más cercana se comenta que en su declaración ante los jueces Luis María Andueza, Daniel Gómez y Jorge Eduardo Carrera, Grassi dará detalles hasta ahora nunca revelados en el expediente. No hizo eso antes ya que tiene restricciones y no puede referirse a los denunciantes.

Ruega por nosotros, pecadoresEl sacerdote después de rezar ante la Virgen de Lourdes: “Quiero que se sepa la verdad, para limpiar mi honor”.

Ruega por nosotros, pecadores
El sacerdote después de rezar ante la Virgen de Lourdes: “Quiero que se sepa la verdad, para limpiar mi honor”.

“Habrá que esperar a ver qué dice”, repiten en su círculo íntimo, sabiendo que ésta será una semana dura para el religioso: del lado de la querella recibirá munición gruesa. Insisten en que los testimonios de los denunciantes son más que creíbles.

Pese a todo, parece que es optimista: “Tengo mucha serenidad. La gente eso lo percibe. Y como no voy a medias tintas en nada, quiero que se sepa la verdad, para limpiar mi honor, que están ensuciando ininterrumpidamente desde hace ocho años”, repite en cada reunión que tiene con su equipo de abogados: Daniel Cavo, Martín Tipitto y Ricardo Malvicini.

Hoy el padre Julio César Grassi vive pendiente de la causa que lo abruma como una pesadilla. Dicen que dedica su tiempo libre a pedir –o como él llama, “a mangar”– para que la Fundación Felices los Niños –que hoy atiende a 4.500 chicos de los 6.000 que supo tener en su mejor momento– siga en pie, ya que le fueron quitados todos los subsidios que recibía. Y también a dar misas en alguna que otra capilla de la zona. “Nunca se me prohibió hacerlo. La Iglesia confía en mí”, se empeñó el cura en aclarar cada vez que enfrentó una cámara antes de ingresar a las audiencias en el Tribunal Oral número 1 de Morón.

Perdona nuestras ofensas“Si me absuelven lo voy a aceptar. De lo contrario no, nunca. Para mí, la única posibilidad que existe es salir inocente: coincidiría con la verdad”.

Perdona nuestras ofensas
“Si me absuelven lo voy a aceptar. De lo contrario no, nunca. Para mí, la única posibilidad que existe es salir inocente: coincidiría con la verdad”.
“Tengo mucha serenidad, lo que no significa inconsciencia. Sé lo que estoy viviendo y enfrentando, la gravedad de los hechos que se me imputan y los peligros que éstos pueden generar. Pero estoy convencido de que si hay justicia voy a ser absuelto. Aunque reconozco que estoy en un ámbito que desconozco, porque jamás pasé por un juicio oral. Mi vocación es ser sacerdote, no abogado. Igual, voy a dar pelea a una acusación tan pesada. Es muy doloroso, muy fuerte, estar sospechado de los delitos más graves que el ser humano puede cometer. ¿Por qué estoy en esta situación? Lo diré en el juicio, pero me voy a levantar; voy a seguir luchando. Quiero mostrarles a los chicos que eduqué durante toda mi vida que no hay que achicarse ni bajar los brazos”. En su grupo de amigos y familiares cuentan que cuando el sacerdote reza no le pide nada a Dios. Simplemente, le pregunta por qué lo abandonó.

Por Miguel Braillard   Fotos: Diego Soldini

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E N C U E S T A
Padre Grassi:
¿Inocente o culpable?




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