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29/10/2002

Fuente: Revista Gente N° 1945

Mentiras y verdades del caso Grassi


En la causa donde el popular sacerdote es acusado por abuso deshonesto y corrupción de menores -un delito con penas que van de 10 a 15 años- conviven testimonios contradictorios, amenazas y prejuicios. El padre -artífice de la Fundación Felices los Niños, que alimenta diariamente a más de 6 mil chicos- asegura que las imputaciones en su contra son una mentira absoluta. Cómo es en realidad la famosa "suite nupcial" de la que habló el juez. Los jóvenes involucrados en la denuncia dan la cara y dicen que no pueden entender por qué se ataca al cura.

El padre en su hogar: La última foto de Grassi junto a una parte de los miles de chicos que se alimentan en su Fundación. Días después -el jueves 24-, quedó detenido luego de prestar declaración durante cuatro horas ante el juez de garantías número 4, Alfredo Meade
El padre en su hogar
La última foto de Grassi junto a una parte de los miles de chicos que se alimentan en su Fundación. Días después -el jueves 24-, quedó detenido luego de prestar declaración durante cuatro horas ante el juez de garantías número 4, Alfredo Meade
En medio del fuego cruzado entre la prensa, entre testigos que juran que es culpable y otros que afirman su inocenc ia, entre funcionarios judiciales prudentes e imprudentes, hay 6.300 chicos que estudian, se alimentan y se forman en la Fundación Felices los Niños, salpicados por la polémica detención del padre Julio César Grassi (46). Chicos que esperan ansiosos que la voracidad informativa y las guerras entre personajes más o menos cuestionados no destruyan una obra que beneficia a los que menos tienen.

Mientras en el expediente conviven dudas y certezas, el sacerdote, sospechado de Abuso deshonesto y corrupción de menores agravada, cada mañana, al despertarse en su celda de la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) de la policía bonaerense en Merlo, jura que es inocente. No puede creer la severa acusación que pesa sobre él. Y por sobre todo, le cuesta entender que el juez que lleva la causa, Alfredo Meade, haya sido tan lapidario con su figura. "El 29 de noviembre de 2000 se denunció formalmente lo que venía escuchando hacía ocho años. Yo tuve charlas con el padre Grassi en las que le sugerí que tratara de controlar más el tema de su sexualidad, porque le iba a traer problemas. Pero se lo dije desde el respeto que tenía por la obra gigantesca que llevaba a cabo. Fue una picardía que él no haya podido controlar sus impulsos a la edad que tiene", se atrevió a decir el magistrado ante las cámaras de tevé. Y luego agregó: "Yo le decía: 'Padre, su sexualidad es un tema delicado. Usted no debiera permitir que estas cosas circulen. Esta incertidumbre en la que está toda la fundació... Acá hay muchos chicos que dependen de usted. No habría perdón de Dios si estas cosas no andan bien. No por usted, sino por los chicos. Si usted tiene algo equívoco, trate de separarlo o corregirlo'.

La habitación de la discordia: Conocida por los chicos como la sala de depósitos, este modesto ambiente es el que el juez Alfredo Meade describió como ''suite nupcial''.
La habitación de la discordia
Conocida por los chicos como la sala de depósitos, este modesto ambiente es el que el juez Alfredo Meade describió como ''suite nupcial''.
Los especialistas en temas jurídicos no pueden entender cómo Meade ha llegado tan lejos en sus apreciaciones sobre Grassi. Y creen que terminará recusado. "Un juez que brinda supuestos detalles íntimos de un acusado se vuelve muy poco creíble. Al final, su verborragia ante los micrófonos termina favoreciendo al sospechado", explican en voz baja en Tribunales.

La acusación que puso a Grassi entre rejas la realizó un joven de 19 años (Gabriel, en el informe de Telenoche Investiga) bajo identidad reservada. Sostuvo que fue presionado por el sacerdote para tener sexo oral: "Nosotros habíamos cometido una macana, rompimos un farol y el padre nos llamó para pedirnos explicaciones. De pronto nos señaló que podíamos irnos, pero a mí particularmente me pidió que me quedara. Me dijo que me sentara en su falda, y cuando quise darme cuenta me estaba manoseando las piernas. Yo quedé paralizado. Cuando me quise dar cuenta, me puso la mano en el pene, le dije que no me gustaba lo que me estaba haciendo. Me preguntó si quería tener sexo oral y le volví a responder que no. Me sentía mal con lo que estaba ocurriendo, sin saber qué hacer ante la persona que me había abierto las puertas del Hogar. Si me resistía, podía quedar afuera. En medio de tanta confusión me preguntó si quería que él me la chupe. Y terminó haciéndolo por un rato largo".

A propósito de esta declaración realizada en sede judicial, Jorge Sandro, abogado defensor de Julio Grassi, presentó el lunes 28 un escrito ante el Juzgado de Garantías número 4 de Morón planteando la nulidad de la denuncia. Ahora, el fiscal de Morón Adrián Flores analiza el pedido donde además se reclama la inmediata libertad del sacerdote. Sandro sostuvo que en el procedimiento no habrían existido los suficientes recaudos legales: "El fiscal lo trató indebidamente como testigo anónimo, sin cumplir los recaudos de la ley", aseguró el letrado. Según el Pacto de San José de Costa Rica y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la defensa tiene el derecho de interrogar a los testigos de cargo para cuestionar sus dichos, hecho que no ocurrió.

Además del testimonio de identidad reservada, existen en la causa otras declaraciones contra F.A. (30) -secretario del cura-, I.G. (26), y F.M. (20), tres de los colaboradores más allegados al sacerdote. "Si vos me preguntás la relación que había entre F.A. y el cura, yo te puedo decir que era muy rara. Por el tiempo que pasaban juntos, seguro que tenían relaciones sexuales", contó Pablo Pedemonte desde España, ex integrante de la Fundación, en el informe de Canal 13. Con los dientes apretados, producto de la indignación, F.A. refuta esos dichos ante GENTE: "Siempre trabajé junto al padre en un marco de respeto. Soy su secretario desde el '95. Trabajo de lunes a viernes aquí, soy casado, y tengo un hijo, Rodrigo. Todo lo que dice esta persona es un verso".

I.G., el mayor de los tres jóvenes, también fue cuestionado en el programa de tevé por la relación que lo unía a Grassi. "Se decía que tenía relaciones con el padre. El le daba todos los gustos. En un momento hablamos con uno de los chicos que siempre estaba con él y nos dijo que no pasaba nada y que no podía contar lo que vio porque el padre lo amenazó. Y lo que había observado fue a I.G. teniendo relaciones con el cura, que hizo una reunión al otro día y dijo que si alguien contaba lo que había pasado, lo echaba", explicó Miguel Meza, compañero del hogar La Casita de Paso del Rey. I.G., visiblemente ofuscado, le dijo a GENTE mientras trabajaba a destajo en la Fundación: "Esto es un ataque directo a Grassi. Yo jamás intimé con él. Y te puedo asegurar que nunca recibí un comentario que cuestionara la sexualidad del padre. Hace siete años que estoy casado y tengo tres hijos. No sé por qué quieren perjudicarnos sin ninguna justificación".

F.M. también fue señalado por Meza: "Muchas veces lo venía a buscar Grassi. Se lo llevaba al dormitorio. Y con el tiempo, F.M. fue a vivir con él en la misma habitación". Ante GENTE, F.M. afirma que se trata de una infamia: "Son todas mentiras. También dicen que me regaló una bicicleta y, en verdad, la que me la obsequió fue Lucía Portal, la mujer de Raúl. También dijeron en ese programa que me habían realizado una pericia psicológica que demostraba que yo había tenido relaciones con el padre desde una edad muy temprana. Y te aseguro que nunca se acercó una psicóloga a hablar conmigo".

Pablo Belici, un ingeniero agrónomo que trabajó en Felices los Niños contó en Telenoche Investiga una historia bastante particular que vivió en una misión en El Calafate, Santa Cruz: "Alrededor de las 22, la mayoría de los chicos fueron a ver un partido de fútbol a la casa de una familia que los invitó. Yo me quedé y Grassi también junto a otros dos chicos más. Dormíamos en un gimnasio acondicionado como dormitorio. Cuando se apagaron las luces, empecé a escuchar sonidos raros. Al día siguiente dos menores me dijeron que cuando ellos ingresaron vieron al padre en una situación comprometida con un menor". Hoy muchos son los que se preguntan por qué este ingeniero no hizo nada cuando escuchó esos sonidos y tomó una actitud tan indiferente si creía que algo anormal estaba sucediendo en un lugar donde había un par de menores en cuestión. T.S. (17), hijo de Miguelina Martínez, coordinadora del Hogar Materno, y alguien que hasta ahora permaneció en silencio, participó de aquella excursión al sur. "Fui a ver el partido, y cuando regresé no vi nada raro. Al otro día, nadie me comentó nada. Me habría enterado si algo malo hubiese pasado, porque tarde o temprano esas cosas se saben", asegura T.S. a GENTE, serio y molesto porque alguien a quien considera su padre hoy está preso.

María del Carmen (43), Juan José (47), Osvaldo (48) y Alejandro (41), los hermanos de Grassi, dicen estar convencidos de que hay un complot en contra de su hermano. Sufren por el terrible presente que le está tocando enfrentar. Pero no se callan "Sentimos un dolor inmenso por la infamia que le inventaron. Pero hay un detalle que hasta ahora no salió a la luz. Julio nos confesó que sabía que algo le iba a ocurrir. Porque venía recibiendo amenazas muy serias. Y algunas ya se empezaron a cumplir".

por Miguel Braillard y Sergio Oviedo
fotos: Leandro Montini, Matías Campaya, Maximiliano Vernazza y Diego García


Por disposición judicial no podemos mencionar nombres y apellidos de menores.

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E N C U E S T A
Padre Grassi:
¿Inocente o culpable?




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