Opiniones

3/8/2007

Mientras tanto... los chicos crecen sin padre

Por Ing. Celia Benítez


Muchas veces la realidad supera a la ficción. Y eso es lo ocurre en este caso que se prolonga indefinidamente en el tiempo, restando credibilidad a todos aquéllos que no deberían gastar fondos públicos en dirimir posturas personales o en ensayar su protagónico unipersonal.

Mientras tanto, ¿a quién le importan los chicos de Felices los Niños que crecen lejos de su padre? Y aquí el egoísmo de los adultos de hoy supera a la ficción de ayer, porque Joseph K. -el protagonista inocente y desorientado de El Proceso, de Franz Kafka- no tenía niños que lo esperaran cada día. En cambio, el Padre Grassi tiene miles de chicos que dependen de él: para alimentarse, para educarse, para abrigarse y, fundamentalmente, porque son su familia ya que para muchos, su querido Padre Julio es el único padre que conocieron y amaron.

¿Y a quién le importa todo esto que es la base de una sociedad civilizada, que es el futuro que nos corresponde formar, en nuestra condición de generación anterior?

Es realmente doloroso que la lucha de ciertos adultos por un protagonismo egoísta, les cree tan tremenda miopía ante la dura realidad de los más vulnerables.

El que es culpable de un delito que pague por ello, pero cuando la inocencia es lo que está probado, ¿no es más enaltecedor imitar a aquéllos que supieron transformar en obra fecunda sus sueños por hacer que la vida sea digna de ser vivida? Y si no queremos imitarlos ya sea por comodidad, por desidia o por falta de vocación solidaria, al menos no pongamos piedras en el camino de esos seres tan especiales.

La presencia paterna en los años de la infancia y la primera adolescencia son fundamentales para formar la personalidad; buscamos en ellos la fortaleza tan necesaria para proteger nuestra inseguridad.

Perdí a mi querido padre en la infancia y por eso sé lo difícil que fue crecer sin él. Sin embargo, con el paso de los años y aunque la herida de su ausencia nunca cerró del todo, llegué a comprender que la muerte puede llegar a ser la más generosa de las pérdidas.

Frente a esta realidad, creo que no estoy tan equivocada. Los chicos de Felices los Niños, ya han sufrido mucho y sus pérdidas fueron y son más dolorosas. Ya ha pasado demasiado tiempo y el daño que se le quiso hacer al sacerdote ya fue hecho. Entonces si no tienen nada de verdad contra él, ¿no podría haber un poco de misericordia para esos niños que todavía lo esperan y dejarlos crecer junto a su padre?

Con cariño, Celia

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E N C U E S T A
Padre Grassi:
¿Inocente o culpable?




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