Opiniones

3/11/2006

Fuente: RosarioNet

LOS DUEÑOS DE LA VERDAD

La sociedad en los medios

Hace algunas semanas vimos en todos los canales de televisión la imagen de Riquelme el conductor del equipo argentino anunciando que se aleja de la selección por el daño que las criticas periodísticas le infringen a su madre, también se amplificaba hasta el hartazgo noticias y hechos que destrozaban la honra de conocidos políticos argentinos.


La justicia mediática integrada con tribunales frívolos e ignorantes, primero han destruido la política hasta transformarla en una mala palabra, la próxima victima será el deporte particularmente el fútbol.

Una vez que lograron el desinterés por los programas políticos, la televisión se lleno de espacios deportivos donde modernos comunicadores que probablemente nunca jugaron a nada se dedican todos los días a agrandar o destruir figuras según sean las necesidades del mercado de pases.

En esta sociedad la verdad ha pasado ha tener como dueños, a quienes controlan los medios de comunicación, y ante ellos no hay derecho a la defensa, ni apelación, ni juicio justo, ni indulto. El juicio termina cuando se cansan de jugar, hecho que ocurre en general cuando la victima esta destrozada. La única defensa es el olvido, es lo que hace Riquelme no jugar más para que dejen de hablar. Se ha llegado a la negación que los hombres públicos quieren pasar desapercibidos, que su nombre ni su foto aparezcan en los medios.

Antes de la llegada del estado de derecho, el poder se identificaba con la voluntad unipersonal del monarca que además era el intérprete de los dioses, con lo cual a los súbditos solo le cabía obedecer. La exacerbación de este pensamiento fue el tribunal de la Inquisición donde cualquier disenso se pagaba con la hoguera.

De hecho en la sociedad virtual para destruir a una persona que no coincida con los dueños de la verdad, no hace falta torturas, ni simular un juicio, ni obligar a nadie a demostrar su inocencia, el procedimiento es mucho más sumario.

Un titular redactado por un anónimo miembro de la redacción de un diario, actúa como es disparador de una acusación, movileros y comentaristas radiales harán las veces de fiscales, en los programas de la noche ya estará condenado, con la peor de las condenas: la infamia.

Si el acusado es una persona influyente hasta puede tener la oportunidad de expresarse ante alguna cámara de televisión, pero si llegara a ser convincente, están listos los programas cómicos para ridiculizarlos.

La lógica es que los medios deben ser infalibles, no importan el daño que puedan provocar, jamás se retractaran, ni pedirán disculpas ni reivindicaran al que ellos se encargaron de denigrar.

Este fenómeno se extiende como una gran mancha sobre las sociedades democráticas, cambiando el modelo de representación y jaqueando las instituciones de la República. El miedo que han impuesto a la sociedad ha generado todo un submundo desde la subordinación de los que quieren agradar para no ser maltratados, hasta la corrupción que se traduce en pautas, regalos y sobornos.

Si los políticos, deportistas y activistas sociales se limitan a consentir en silencio, su rol pasara a ser el de actores de reparto, porque los dueños de la verdad lo serán también del poder.

Oscar Lamberto
Diputado Nacional (PJ)

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