Opiniones

1/12/2001

Fuente: Revista Probidad - Edición Diecisiete
diciembre 2001 - enero 2002

Corrupción en la prensa:
Telenoche Investiga


Angel Rodriguez Kauth
akauth@unsl.edu.ar
Director del Proyecto de Investigación
"Psicología Política" en la
Facultad de Ciencias Humanas
de la Universidad Nacional de San Luis
Argentina


Con esta breve nota tengo la intención de hacer referencia a un caso particular de corrupción, como es el que puede darse en el espacio de la prensa. Obvio es que a nadie debiera de extrañar que en el ámbito del periodismo se produzcan hechos corruptos, los periodistas son humanos y -como tales- también son pasibles de caer en actos de corrupción.

El caso que presentaré en este desarrollo está relacionado a uno de los programas de la televisión argentina que mayor éxito ha estado teniendo en los últimos tiempos, fundamentalmente por su alto nivel de credibilidad por parte de la audiencia: Telenoche Investiga. El mismo es conducido por los periodistas María Laura Santillán y Juan Micheli, los cuales son acompañados en sus investigaciones por un prestigioso grupo de colegas del Canal 13, de Buenos Aires.

Dicho programa es fruto de un excelente quehacer de investigación periodística en el cual el instrumento que principalmente guía a sus conductores es el uso de la "cámara oculta", merced al mismo han podido mostrar a la población, aproximadamente durante los últimos 24 meses, diferentes actos de corrupción pública y privada, los que han servido no solamente como un medio de toma de conciencia pública de episodios que se habían mantenido ocultos, sino también como auxiliares de la Justicia que, a través del Programa en cuestión, en más de una ocasión ordenó la realización de procedimientos judiciales que han sido útiles para el esclarecimiento de los episodios investigados y denunciados por el medio de comunicación masiva.

Gracias a la labor del Programa mencionado, como así también a la de otros semejantes, el quehacer periodístico se ha convertido en el país en una de las instituciones más creíbles dentro del descrédito general en que han caído la mayoría de las instituciones por su complicidad -por acción u omisión- en hechos escandalosos de corrupción.

Lo que expresaré en esta narración no es un acto de corrupción más a los cuales ya estamos acostumbrados los argentinos a ser sometidos diariamente, es decir, los que se realizan por dinero u otro tipo de prebendas o dádivas. Se trata de un caso de corrupción en el discurso (1) no por lo dicho en el transcurso de los mismos, sino por la absoluta incapacidad de los conductores de corregir los errores en que se puede haber incurrido durante la programación emitida.

Si equivocarse es un error humano comprensible y justificable, no enmendar los errores ante la evidencia provista acerca de los mismos, cuando se le añade el reconocimiento privado de que se ha cometido un error, entonces deja de ser un equívoco producto de la posible información errónea recogida, o de la rapidez con que se deben elaborar los programas, para caer en la corrupción propiamente dicha del discurso por mendacidad manifiesta. A todo ello debe sumársele la incapacidad propia del ególatra -que frente a sí mismo nunca se equivoca- de presentarse ante el público en algún programa semanal posterior y, de cara a los televidentes, haciendo uso de la nueva información provista realizar una corrección de los dichos o afirmaciones equivocadas en que se pudo haber incurrido. Si errar es humano, hacerlo a sabiendas de que se lo está haciendo, es una conducta que está cerca de lo delictivo.

Y vamos a los hechos que quiero narrar, de lo cuales en el primero fui protagonista y en el segundo lo fue una colega de la Universidad Nacional de San Luis. Respecto a la primera situación, en una emisión del Programa que suscita nuestra atención en este escrito se presentó el caso de una atractiva mujer que ejercía la medicina sin título habilitante y que, en una parte de la filmación con cámara oculta, reconoce tener entre otros muchos títulos "habilitantes" -también la mayoría de ellos falsos- el de "Doctora en Psicología". A continuación de los testimonios brindados por la falsa médica, los conductores del Programa afirmaron sin titubeo alguno que el título de "Dr. en Psicología" no es expedido en la República Argentina.

Pues bien, no recuerdo si fue al día siguiente, o a las 48 horas de emitido el programa al aire, le escribí un mail a la productora del Programa señalándole el error en que habían incurrido al afirmar que dicho título no se expide en el país, a la par que agregaba el nombre de algunas de las Universidades Nacionales que lo hacen y una fecha aproximada desde cuando lo vienen realizando. A las 24 horas -el 12 de octubre 2001- recibí una respuesta de investiga@artear.com.ar, cuyo texto reproduzco a continuación:

    "Agradecemos la información. Efectivamente hubo un error en la edición de la investigación que, de todas maneras, no influye en la afirmación de que esta señora no es doctora, desde el momento en que ni siquiera tiene una licenciatura.

    Otra vez muchas gracias,

    Telenoche Investiga
    Producción".

Como se podrá observar a través del texto transcripto, la producción de Telenoche Investiga reconoce el error, aunque no deja de insistir en las falsedades en que incurrió la supuesta médica, argumento que no venía a cuento, ya que simplemente se trataba de rectificar una información equívocamente difundida. Esto último nunca se hizo de manera pública ante las cámaras de televisión durante los siguientes dos programas, cosa por la cual dejé de mirar al mismo ya que quienes no tiene la valentía suficiente de reconocer sus errores, provocan que ellos pierdan confiabilidad como periodistas en mi condición de telespectador.

El segundo caso al que voy a hacer referencia es de mayor gravedad y le ocurrió a una colega, Licenciada en Educación. Y estimo que esto es mucho más grave que lo anterior, ya que afecta la omisión de informar resta la posibilidad cierta de reparar los daños físicos producidos por una empresa en sus empleadas y a la cual denunciaron en la programación de marras. A continuación reproduzco el mail que mi colega le envío a la productora del Programa que venimos comentando:

    "Estimada Maria Laura:

    Soy una docente de la Universidad Nacional de San Luis. La Investigación que presentaron bajo el título Mujeres Descartables me dejó preocupada. Más allá de hacer afirmaciones, que comparto, en torno del capitalismo salvaje que ya no se discute como modelo instalado en nuestra sociedad, la preocupación se generó a partir de los modos en que la citada investigación fue presentada. Y concretamente que esos modos pongan en cuestión la credibilidad del Programa o no ayuden como corresponde, por no presentar toda la información o presentarla de manera sesgada. Soy operada de Síndrome de Túnel Carpeano y hablo desde ese lugar. Tengo entendido por la información que recibí en esa oportunidad que la patología sólo puede presentarse como irreversible en sus últimos estadios, pero que en muchos casos (como el mío) puede haber una solución quirúrgica. Yo ya había perdido la fuerza y la sensibilidad en los dedos, y el dolor se hacía insoportable. Sin embargo luego de la operación recuperé todas las funciones y quedé perfecta. ¿Esta información la tienen las chicas de esa fábrica?. ¿Porqué no pensar que la lucha de ellas tiene solución si se canaliza por una demanda para que la Obra Social les cubra la intervención quirúrgica?. Y que además de develar los mecanismos que despliega el capitalismo salvaje, se les arrime la información correcta que les permita desde lo humano direccionar su lucha.

    Atentamente

    Susana Oviedo
    D N I: 5.759.319

A dicho mail, Susana nunca recibió respuesta alguna, es como si al mismo se lo hubiera tragado la tierra o hubiese entrado en un cósmico agujero negro que se alimenta con energía -información, en este caso, que no es otra cosa que una fuente de energía- para no salir nunca más de allí hasta que pasen millones de años luz en que será expulsado como una nueva galaxia interestelar.

Como es fácil de advertir, en este caso ya no se trata de errores que no hacen más que a la sana y veraz información a que todos tenemos derecho, sino que se está haciendo referencia a una cuestión que está relacionada con la salud de un conjunto de trabajadoras que bien podrían mejorar su estado de invalidez crónica y -de tal forma- lograr la mejoría de las mismas. Sin embargo, pese a la gravedad de la situación presentada por la recurrente, nunca hubo en la programación posterior una alusión a la posibilidad de recuperar la condición invalidante de aquellas trabajadoras manuales que, sin dudas, son explotadas por el sistema capitalista y sus cómplices instalados en la conducción gubernamental y sindical. Y este sí que es un hecho verdaderamente grave y preocupante por parte de los conductores del Programa que nos ocupa, que en absoluto se tomaron la molestia de poner en el aire tan preciosa información que, al menos podría serle de utilidad a alguna de las muchachas que los conductores definieron como "descartables", pero que ellos las utilizaron a efectos de hacer una denuncia y en momento alguno les acercaron una posible solución como la que fuera propuesta por mi colega.

De lo expuesto se desprende que pareciera ser que a algunos periodistas les molesta, les incómoda, tener que reconocer ante el público sus equívocos o la escasa información que recibieron por parte de quienes los asesoran. No pretendo dar cátedra de ética periodística, ya que no me puedo dar el lujo de definirme como tal pero, pese a ello, estimo oportuno recordar que el ejercicio de cualquier profesión conlleva ciertos riesgos; en este caso no se trata del riesgo a perder la propia vida, sino que es el riesgo de no cumplir con el compromiso con la verdad. Nadie pretende que tengan la "verdad" en sus manos en todo el transcurso de la dimensión temporoespacial, caso contrario se convertirían en figuras fundamentalistas tan desdeñables como la del Presidente G. Bush (h) o la de los talibanes, que creen tener siempre la "verdad" en sus alocados dichos bélicos que están conduciendo al mundo a una matanza sin cuartel. Simplemente se pretende de que los errores sean corregidos en el momento en que surge una "verdad" más valedera -o "verdadera"- que la que fuera difundida.

A fin de esclarecer algunos temas que hacen al quehacer periodístico (2) me voy a permitir transcribir unas palabras del periodista, ensayista y novelista argentino Tomás E. Martínez, la que fueron publicadas en el periódico La Nación, de Buenos Aires, el 18 de noviembre, dónde al referirse al quehacer periodístico señala: "Allí donde los documentos parecen instalar una certeza, el periodismo instala siempre una pregunta. Preguntar, indagar, conocer, dudar; confirmar cien veces antes de informar: ésos son los verbos capitales de una profesión en la que toda palabra es un riesgo". El autor continúa más adelante diciendo que "El periodismo no es un circo para exhibirse, ni un tribunal para juzgar, ni una asesoría para gobernantes ineptos o vacilantes, sino un instrumento de información, una herramienta para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida más digna y menos injusta".

No cumplir con aquellos preceptos elementales de cualquier quehacer profesional puede ser considerado, sin hesitación alguna, como una forma perversa -una más entre tantas otras- de convertirse en corruptos. Y, en este caso en particular, lo dramático del hecho es que estos periodistas dicen estar combatiendo la corrupción y se erigen como adalides en su lucha contra el flagelo más, lo único que logran con tales conductas de ocultamiento, es perder credibilidad y pasar a engrosar la larga lista de sospechados como corruptos en un país en el cual tal condición ya pareciera ser una ley general.

__________

(1) Cosa a la que también nos tienen habituados los políticos con sus discursos hipócritas, mendaces, contradictorios y, fundamentalmente, con el clásico incumplimiento de sus promesas en las campañas preelectorales.

(2) Que se supone debieran ser harto conocidos por todos aquellos que ejercen tan digna profesión.

__________


Angel Rodriguez Kauth. Profesor de Psicología Social y Director del Proyecto de Investigación "Psicología Política", en la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de San Luis, Argentina.




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