Opiniones

26/6/2006

Yo, PIERRI

Es la primera vez que me voy a sentar frente a mi PC para contar la verdad, no mi verdad, sino 'la Verdad' de por qué he sido una víctima más en el marco de esta mentirosa e infamante causa que se le sustancia a Julio Grassi.

Conozco a Julio Grassi, al padre Julio, a quien cariñosamente muchos llamamos 'El Cura' desde el año 1994, en este sentido como dice el precepto bíblico 'Por su obra lo conocerás' eso me permite afirmar con independencia de la verdad jurídica que el Padre además de inocente es una victima; víctima que ha mostrado la peor faceta de ciertos hombres y ciertos periodistas que, vinculados en un gravísimo complot, intentan convencer a la incauta opinión pública que Julio Grassi es autor criminal del delito de abuso. Como seguramente en estas páginas Grassi y destacadísimos colegas con mejor idoneidad pueden ofrecer las explicaciones fundadas que acreditan la inocencia de Julio, sólo me quiero referir en estos tres capítulos de "por qué fuí víctima de una parte de esa maniobra" ¿Por qué habìa que detenerme? ¿Por qué habría que callarme...? A la postre ¿Por qué había que retirar del lado del Padre Grassi a un abogado que había desenmascarado ante la opinión pública, gran parte de aquella faena delictual?

Fuí convocado por un grupo de amigos a ponerme a disposición del padre Grassi quien hacía algunas horas se encontraba privado de su libertad en la departamental de investigaciones de Morón con asiento en Merlo. Causalidad del destino o no, terminé ocupando por 42 días el mismo lugar de detención en que aquella mañana fui a visitar al padre Julio. En mi encuentro y una vez brindadas las explicaciones de mi presencia es que expuse al Padre Julio mi estrategia: "representar a los niños y jóvenes de la Fundación que estaban siendo difamados a través de los medios públicos, algunos como víctimas y otros como testigos de los graves hechos que se imputaban a Grassi". Y fue asi entonces que en cumplimiento de aquella estrategia asumí la representación de los niños de la Fundación con la venia expresa del Padre Julio, Raúl Portal -Presidente de la Fundación- y el pleno apoyo de todo el cuerpo de directivos, docentes, asesores, misioneros y benefactores.

Una vez escuchada cada historia de boca de cada uno de lo menores y de otros que ya había alcanzado la mayoría de edad, mi misión fue presentarnos ante la fiscalía de Morón a promover dichas acciones, algo así como pedirle al lobo que cuide de las gallinas. Del relato de cada uno de los jóvenes, con la más profunda investigación que hube de iniciar, llegué a la conclusión que por encima de la verdad que queríamos defender, existía un grupo de periodistas y parte de un multimedios, que tenía por único fin "degradar mediáticamente a Julio Grassi". Es así que a mis espaldas y evidentemente preocupados por mi acción, alguien decidió que había que bajarme, porque conjuntamente con otros profesionales había pasado a ser una parte singular de la defensa de Grassi.

Mantenía una cuidadosa relación con sus defensores en lo personal y profesional, si bien me preocupaba la suerte de Grassi mucho más preocpación me despertaba la suerte de los 6.000 pibes que alojaba la Fundación y la prosecución de la Obra del Padre Julio por encima de la propia libertad del hombre. Por eso cada vez que fuí entrevistado expresé que de la suerte del padre Julio se encargan sus abogados; mi responsabilidad es lo que suceda con estos pibes y la Obra. Siempre supe e inclusive se lo manifesté a fines de 2003 al periodista Mauro Viale que aún encontrándose el Padre en libertad, no dudaba que intentarían detenernos a todos: no me equivoqué.

Cierta noche de noviembre de 2002, se comunica a mi domicilio personal Juan José Grassi, el Ingeniero, hermano del Padre Julio. Habíamos trabajado con Juan José a brazo partido, investigando y receptando cientos de testimonios de personas que manifestaban saber ciertas cosas, o querían poner en nuestro conocimiento alguna información sobre lo que se decía de los chicos y lo que es más grave 'sobre la intencionalidad' de los 'supuestos testigos de cargo' -empleados despedidos de la Fundación- que hoy enfrentaban al Padre. Aquella noche el Ing. Grassi me solicita a pesar de la alta hora, (eran más de las 22 Hs), que concurriera a la Fundación, ya que por la tarde se había presentado ante la Fundación una mujer, quien decía ser la madre de uno de los dos denunciantes del Padre, y que manifestaba que el mismo había sido manipulado para efectuar aquella denuncia. Manifestó que se encontraba en una casa en la localidad de William Morris. Buscaba ayuda en la Fundación y requería asesoramiento. Llegué a la Fundación pasadas las 23 hs, allí me encontré con Juan José y a los pocos minutos se presentó esta mujer, creo que se encontraba acompañada por quien decia ser su hijo. Ratificó ante mí lo dicho horas antes a Juan José Grassi y por pedido de él me comprometí a acompañar a esta madre ante un Juez de menores en los Tribunales de Morón. Fue así que a la mañana siguiente averigüé telefónicamente quién era el Juez de menores en turno. Se me indicó que era el Juez Oyama. La madre del menor concurrió a mi estudio acompañada de una monja de la Fundación. Minutos despúes estabamos ante el Juez Ricardo Oyama en los Tribunales de Morón, con el único objeto que este Magistrado conociera de boca de la madre lo que la noche anterior había puesto en mi conocimiento. Me pregunto si un abogado que se precie de tal, debía actuar en forma diferente. Una vez concluída la exposición de la madre, el magistrado nos adelantó que adoptaría temperamento y que según su convicción "debía escuchar al niño". Como se verá ésta es mi única intervención 'poner a disposición de Justicia y que la Justicia resuelva'. Días después tomé conocimiento que la Justicia de Morón -el Juez Oyama- había concretado la audiencia del menor para ser escuchado, desconociendo en todo momento, en primer término al menor al que nunca vi, con el que jamás hablé y al que jamás me hubiera atrevido manipular de forma alguna. Nunca supe previamente qué día, a qué hora y quienes estarían presentes en la trascendental declaración del joven.

De haberlo sabido jamás hubiera estado presente en el edificio de los amplios Tribunales de Morón. Pese a quien le pese, yo sólo buscaba la verdad. Quiero dejar en claro que jamás intervine ni gestioné en ninguna de las apariciones públicas que la madre del joven efectuó ante distintos programas televisivos de la época, es más, en todo momento le sugerí a la Sra. que "no accediera a la requisitoria televisiva", que no quería "farandulizar esta situación". Desconozco si algún productor de programa alguno tentó a la madre con algún obsequio como a veces se suele hacer. A tal punto discrepaba con estas apariciones mediáticas de la madre que nunca se dijo que la Sra. me revocó como representante y que en mi lugar designó a otro letrado que a pesar de constar en autos sorprendentemente nunca fue mencionado.

Quiero dejar constancia que se habla "de cierta injerencia", que "yo detentaba ante el Tribunal de Menores de la Jueza Cristina Landolfi". En primer término, deseo aclarar que antes de los acontecimiento de Grassi, yo no conocía a ningun magistrado de la Justica de Morón y que me tuve que presentar ante el Tribunal de la Dra. Landolfi por dos razones: Primero porque tenía la representación de los jóvenes de la Fundación y porque en tal carácter una mañana la Dra. me citó porque cierto funcionario de menores de la Justicia de Morón había referido que yo encontrándome en las instalaciones de la Fundación Felices los Niños, no había accedido a que cierto menor respondiera un llamado de la Justicia de menores de ese Departamento Judicial. Por supuesto, quedó debidamente aclarado que tal circunstancia no había acontecido y que la mañana de referencia yo no estaba presente cuando se llevó a cabo aquella solicitud y más aún, yo había concurrido a la Fundación acompañando a Raúl Portal para mantener una entrevista explicativa sobre mi presencia en la Fundación y el motivo de la misma; en ningún momento había estado en contacto con menor alguno. Aún sigo preguntándome ¿a quiénes molestaba tanto mi presencia y por qué?. Fué así, reitero, como conocí a la Dra. Landolfi, siempre acompañado de otra letrada voluntaria que ayudaba en la Fundación. Era de menester importancia tomar contacto con la Magistrada que había tenido a su cargo la causa originaria con la que se pretendió investigar al Padre Julio Grassi. Dejo constancia que esta Magistrada me tomó una exposición por aquel prematuro requerimiento de la Justicia de Morón y es más: siempre que comparecí ante el Tribunal de esta Magistrada lo hice para tomar conocimiento de las actuaciones de la causa "Fundación Felices los Niños, su investigación", causa en la que se había investigado más de 200 menores y que como era lógico me demandaba horas de tiempo tomar debido conocimiento. Dejo aquí mi relato sobre lo que considero el primer capítulo de la causa que aún hoy me tiene sometido a proceso. En mi próxima entrega hablaré de mi detención, de la actuación de los fiscales, del Juez de garantias Humberto Meade, del injusto cautiverio al que fuí sometido, de las mentiras que se afirmaron y de las verdades que se omitieron.

Dr. Miguel Angel Pierri
Abogado y amigo del Padre Grassi

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E N C U E S T A
Padre Grassi:
¿Inocente o culpable?




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