Opiniones

Hola Julio

Hace días que te quiero escribir algo que personalmente y como Comunidad sentimos pero que hasta ahora no he sabido cómo comenzar.

Ciertamente fue muy duro aceptar la decisión del Tribunal de Casación, por que desde la razón es inexplicable.

Más cuando los jueces han tenido a la vista las arbitrariedades cometidas en tu contra, las incoherencias manifiestas de las acusaciones que se han empecinado en justificar por los caminos más retorcidos para que permanezcan, logrando de ese modo (a mi juicio) no llevar “la carga” de ser quienes en definitiva firmaran tu absolución.

Muchos creíamos que en esta instancia, los jueces tendrían la valentía de sobreponerse a las presiones de los poderes extra institucionales que hoy imperan en contra tuyo.

Sin embargo, más allá de las lamentaciones y por qué no, puteadas que como reacción esta situación nos produce a muchos, querría manifestarte un agradecimiento especial.

GRACIAS por la valentía y entereza con que te conducís, por la mesura de tus palabras, que teniendo que explicar lo inexplicable de esta injusticia, nunca agrede gratuitamente, nunca humilla o insulta a tus injuriadores.

Tenés la capacidad de explicar y defenderte sin denostar a quienes te dañan, más allá de que haya que ser claro en cuanto a las trampas y mentiras, urdidas por esas personas.

Contrariamente es notable ver la diferencia en cómo se conducen tus difamadores, quienes te atacan burdamente sin piedad por vos ni por nadie.

Para ellos "el fin justifica los medios". Curiosamente la misma idea que muchos de estos personajes le critican a los gobiernos dictatoriales que hemos tenido.

Como verdaderos “Soldados del Maligno”, parecen regordearse en la mugre que tienen para ofrecerte a vos y a la Fundación, mediante la mentira y la burla baja y sin límite.

No tienen problemas en utilizar todo recurso que te pueda hacer daño, incluso dañando a terceros, a quienes más querés, que son los chicos.

Ejemplo de esta afirmación fue lo que han tenido el coraje de hacerles a los pibes del hogar de Chacarita, a quienes sin mediar decreto, disposición ni palabra se resolvió de hecho, privarlos de sus Derechos Humanos, discriminándolos como un grupo de seres vivientes para quienes los derechos del niño no son aplicables.

Lo más incoherente es que los responsables que oficiaron de abusadores y torturadores contemporáneos de niños y niñas, estaban ungidos con cargos que deberían servir para todo lo contrario.

A pesar de esto y de muchas persecuciones más, vos seguís caminando, como lo hizo Cristo cuando por la calle cargaba su cruz, le pegaban, lo insultaban y escupían, y se burlaban injustamente de él a la vista de todos.

No creo que muchos de quienes nos decimos cristianos, seríamos capaces de transitar tu camino, sin manifestar el odio que estos ataques normalmente nos provocarían.

Soy testigo de que tu mente, tu accionar y tu energía, siguen orientadas siempre hacia el trabajo por los pibes más humildes. Pensando en cada detalle que les haga sonreír un poco en la vida, pidiendo a los educadores que no les traslademos angustias por tu situación actual, que tratemos de protegerlos lo más posible de estas fuerzas del mal.

>Realmente no sé cómo hacés. ¿De dónde sacás esa fortaleza que parece sobrehumana?

Evidentemente más allá de que tu tranquilidad se basa en la verdad, el Espíritu Santo te acompaña de cerca y hace que sigas confiando y sirviendo en el dolor a nuestro Padre que está en el Cielo.

Yo sólo quiero agradecerte el ejemplo que nos das, como Cristiano y como Sacerdote.

Nunca vi un testimonio de vida así, tan cercano, tan real, tan veraz, tan de carne y hueso, que no es de sermón, estampita o libro de religión.

¡¡ GRACIAS PADRE JULIO !!

Seguiremos rezando por el fin de tu calvario y la pronta dilucidación de la verdad, pero también continuaremos caminando con vos, a un costado... trabajando... tratando de preservar la obra, confiando en los designios del Señor.

No es mucho lo que podemos hacer, más que acompañarte en el sufrimiento.

Pero lo que es seguro es que NO ESTÁS SOLO.

Un abrazo fuerte

Bernardo H. Bohn