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Cadena de Oración
por el Padre Julio César Grassi

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De: Esther Echeverría

Fecha: 2 de julio de 2006

Asunto: Grassi y Carlotto: dos caras de una mentira


Grassi y Carlotto: dos caras de una mentira

Días atrás hemos sido muchos testigos de dos posturas ante el sonado caso Grassi. Y los que han instalado mediáticamente el tema, tal vez creen ciegamente lo que les dicen las empresas que miden el 'rating' mediante un sistema de medición que no resiste el más rústico análisis científico o, a la inversa, son tan versátiles que pueden ajustarse a lo que quiere oír el que es capaz de pagar mejor. Dicho de otra forma: más te ven, más te creen.

Volviendo a muestro tema, he tratado de hacer un paralelo entre las presentaciones públicas del sacerdote, para mostrar su verdad, y de la señora de Carlotto tratando de presentarnos al 'terrible ogro' o a aquel personaje temible de nuestra infancia, a quien todos conocíamos como 'el hombre de la bolsa'.
Y quiero aclarar que no estoy llevando a broma esta cuestión que es más que seria, sino que así lo he sentido cuando esta señora no se ahorró improperios hablando del Padre Julio Grassi ante la pantalla permisiva de Canal 13. Esta señora se siente tan superada por las cualidades y el carisma del 'cura' que necesita destruirlo para que no la ciegue su luz. Sin embargo, su rabia incontenida y su inocultable odio transmitidos a los gritos y por medio de palabras groseras e insultantes, ha tenido un efecto boomerang. Desilusionó a algunos y enojó a otros.

Del otro lado, hemos visto al Padre Grassi sereno, medido y educado, siempre mirando de frente a sus interlocutores, respondiendo
con seguridad y firmeza todas las preguntas que se le hicieron, aclarando sus respuestas con argumentos tangibles; con un sentimiento piadoso en lugar de ofensas contestatarias para sus agresores, sólo reclamando que se respete la libertad de la justicia que lo tiene que juzgar. Entonces, mirando el abismo que existe entre sus personalidades, recordé unas palabras de mi padre a quien perdí en mi infancia: él decía que las personas educadas no necesitan imponer su verdad a los gritos. Y podríamos agregar: y menos aún insultando al oponente.

Indudablemente, son dos caras diferentes de una misma mentira. Mi pregunta es: hasta cuándo se va a tratar de seguir manteniendo la mentira habiendo tantos niños gastando sus vidas en la calle? Si tanto les importan los niños a la señora: porqué no deja trabajar tranquilo al Padre Grassi y trata de imitar su labor al menos una vez por semana? Si la Fundación Felices los Niños recibiera todo ese dinero que se gasta en atacarlo, cuántos desayunos o almuerzos más tendría asegurados?

Esther Echeverría

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E N C U E S T A
Padre Grassi:
¿Inocente o culpable?




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