Cartas


Cadena de Oración
por el Padre Julio César Grassi

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De: Ester Echeverría

Fecha: 31 de agosto de 2008

Asunto: Padre Julio: siga diciendo su verdad


Con motivo del inicio del juicio al Padre Grassi hemos vuelto a ver al carismático sacerdote otra vez en los medios. Para todos los que siempre creímos en él fue bueno oírle contar su verdad. Porque sin duda fue muy llamativa su obligación de llamarse a un silencio casi conventual, su falta de derecho a réplica en los medios que disfrutaron despedazándolo, su imposibilidad de defenderse frente a las falacias de pseudo organizaciones preocupadas por los derechos del niño (¿en serio?), pero que en seis duros y largos años no han hecho absolutamente nada por el futuro de los niños de la calle.
Así hemos vuelto a escuchar al padre de los que no tienen padre, con la serenidad de siempre, con la seguridad y la entereza que le dan su inocencia en los hechos que se le imputan, y la convicción del objetivo de su existencia.
Los que lo conocemos desde hace mucho tiempo, sabemos de su rectitud de mente y de corazón, sabemos de su dolor frente a esta repugnante canallada y también sabemos de sus desvelos para que a sus niños nada les falte aunque todo esto le haya costado tanto.
No se calle, Padre Julio. No permita que quienes quieren destruirlo, mediaticen el juicio a su gusto, siga diciéndonos su verdad. Cuando enfrenta al periodismo, a la entrada y a la salida de los tribunales, su rostro sereno, sus respuestas claras y sin titubeos a todas las preguntas que se le hacen, acrecientan su imagen como hombre y como sacerdote; a la vez que confirman la convicción en los que siempre le creímos, inclina paulatinamente a los que aún dudan y desconcierta a los que lo combaten.
Pero no calle, Padre. Sobre todo, porque hay cada vez más niños que con su cruz perdieron o están perdiendo su oportunidad de un futuro diferente. Sin embargo, parece que eso a un grupo resentido e hipócrita, es lo que menos le importa.
Que el Espíritu Santo lo ilumine.
Con el afecto de siempre,
Ester Echeverría

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E N C U E S T A
Padre Grassi:
¿Inocente o culpable?




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