De: Mario Luis Zaccagnini
Fecha: 6 de noviembre de 2007
Estimado Padre Grassi:
En verdad que no sé cómo me atrevo a escribirle (con mucho respeto), para no molestarlo en su apostolado, pero cuando leo en algún pasquín me lleno de perturbación por tanta iniquidad.
Pienso que quizas Ud., estimado Padre, en vez de hacer una obra inconmensurable como la que está realizando a favor de los niños y los que no son tan niños, hubiera hecho un galpón con cuatro chapas viejas y unos pocos ladrillos, nadie se dedicaría a tenerlo en cuenta, pero dada la magnitud de su obra algunos ojos maléficos de grupos de insensatos, ateos por supuesto, lo observaron primero con envidia y luego lo codiciaron en tal forma que transformaron su virtud de trabajo y fe en una muy elaborada patraña destructiva, esperando el momento oportuno (Dios no lo permita) para ocupar, querido Padre, lo que tanto sacrificio y oraciones le costó.
Pienso que si el Santo de Don Orione o el Santo de Don Bosco estaría en su lugar en este tiempo ocurriría lo mismo por la inicuidad de estos esbirros del innombrable...
El ataque sistemático que realizan estos impíos contra nuestra querida Iglesia Católica en todas las formas posible, libros, cine, diarios, donde la falta de respeto a Dios, a su querido Hijo Nuestro Señor, a la Santísima Virgen María como a los Apóstoles, es tan generalizada que Ud., querido Padre, es otra víctima más.
Sin más y pidiendo a la Santísima Virgen su protección, le saluda atentamente:
Mario Luis Zaccagnini
Estimado Padre Grassi:
En verdad que no sé cómo me atrevo a escribirle (con mucho respeto), para no molestarlo en su apostolado, pero cuando leo en algún pasquín me lleno de perturbación por tanta iniquidad.
Pienso que quizas Ud., estimado Padre, en vez de hacer una obra inconmensurable como la que está realizando a favor de los niños y los que no son tan niños, hubiera hecho un galpón con cuatro chapas viejas y unos pocos ladrillos, nadie se dedicaría a tenerlo en cuenta, pero dada la magnitud de su obra algunos ojos maléficos de grupos de insensatos, ateos por supuesto, lo observaron primero con envidia y luego lo codiciaron en tal forma que transformaron su virtud de trabajo y fe en una muy elaborada patraña destructiva, esperando el momento oportuno (Dios no lo permita) para ocupar, querido Padre, lo que tanto sacrificio y oraciones le costó.
Pienso que si el Santo de Don Orione o el Santo de Don Bosco estaría en su lugar en este tiempo ocurriría lo mismo por la inicuidad de estos esbirros del innombrable...
El ataque sistemático que realizan estos impíos contra nuestra querida Iglesia Católica en todas las formas posible, libros, cine, diarios, donde la falta de respeto a Dios, a su querido Hijo Nuestro Señor, a la Santísima Virgen María como a los Apóstoles, es tan generalizada que Ud., querido Padre, es otra víctima más.
Sin más y pidiendo a la Santísima Virgen su protección, le saluda atentamente:
Mario Luis Zaccagnini