Cartas


Cadena de Oración
por el Padre Julio César Grassi

Súmese a las plegarias para que venga a nosotros la justicia del Reino de Dios.

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De: Piera Ferrari

Fecha: 12 de abril de 2007

Señores:

Ojalá permitieran que todo el poder del "Evangelio" les llegue a sus corazones, y así participen de la Salvación y sepan lo que es vivir en Paz, en la Paz del Señor, concientes de que todavía tienen tiempo de retroceder y callar esta infamia. Ya han hecho demasiado daño a los chicos y a la institución. ¡¡No puede ser que no sientan pena y vergüenza!!

¿Pueden tener paz? ¿Saben o conocen de esperanza? Es la hermana y compañera de la paz. Es la promesa, prenda y garantía del futuro que Dios nos tiene preparado. ¿¿Saben ellos algo de esto??

Así como me dolía el Padre Julio, pero por motivos muy diferentes... ¡¡Ahora me duelen ellos!! Pobrecitos incautos.

Los insto: Lo que parece increible para nuestra capacidad humana, no lo es para el amor incondicional e infinito de Dios revelado en la Muerte y Resurrección de Jesús.

Retrocedan y pidan perdón a Dios, restablezcan la honra al Padre Julio César Grassi, al que nunca se la pudieron quitar.

Piera Ferrari

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Oremos con este Salmo, hermanos y amigos:

El malvado escucha en su interior un oráculo del pecado: "No tengo miedo a Dios, ni en su presencia". Porque se hace la ilusión de que su culpa no será descubierta ni aborrecida. Las palabras de su boca son maldad y traición, renuncia a ser sensato y a obrar bien; acostado medita el crimen, se obstina en el mal camino, no rechaza la maldad. Señor, tu misericordia llega al cielo, tu fidelidad hasta las nubes; tu justicia hasta las altas cordilleras, tus sentencias son como el océano inmenso. Tú socorres a hombres y animales; ¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!, los humanos se acogen a la sombra de tus alas; se nutren de lo sabroso de tu casa, les das a beber del torrente de tus delicias, porque en ti está la fuente viva, y tu luz nos hace ver la luz. Prolonga tu misericordia con los que te reconocen, tu justicia con los rectos de corazón; que no me pisotee el pie del soberbio, que no me eche fuera la mano del malvado. Han fracasado los malhechores; derribados, no se pueden levantar.
Amén

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E N C U E S T A
Padre Grassi:
¿Inocente o culpable?




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