De: Carmen Inés Anaya
Fecha: 8 de enero de 2007Asunto: Apoyo incondicional al Padre Julio
Estimado Padre Julio:
Todo lo que Ud. está pasando por la maldad humana es increíble, sólo Dios puede darle fuerza para soportar tanto y por un período tan largo, pero todo lo que empieza termina, y creo que ya llega el fin. Nunca puede triunfar el mal. Cuando rezo por Ud. todos los días termino con estas palabras "que triunfe el bien y la justicia, que su nombre sea reinvindicado y que consiga más ayuda para sus niños que la que recibía antes de ser injuriado".
Mire, yo tenía un Hijo en Fortín Mercedes, ahora tendría su misma edad, era hermoso y bueno como un ángel pero un hombre que iba manejando borracho lo mató despidiéndolo a treinta metros. Me sentí agobiada, sin ganas de luchar pero tenía otros dos niños y tuve que seguir adelante. Ahora estoy contenta porque se que el me protege desde su estado de gloria. Le cuento eso para decirle que después de la tempestad viene la calma. El tenía solo 11 añitos. Pídale a él que interceda por Ud. Sé que lo hará. El se llamaba Eduardo Jorge.
Aquí, desde Comodoro Rivadavia-Chubut soy la Gran defensora suya. Aunque no lo conozco siento un gran afecto por Ud.
Nos une la fe y la profesión soy Asistente Social y Profesora para Deficientes Mentales (jubilada).
Lo tengo presente en mis oraciones y en la Santa Misa diaria.
Con el mayor aprecio,
Carmen
Estimado Padre Julio:
Todo lo que Ud. está pasando por la maldad humana es increíble, sólo Dios puede darle fuerza para soportar tanto y por un período tan largo, pero todo lo que empieza termina, y creo que ya llega el fin. Nunca puede triunfar el mal. Cuando rezo por Ud. todos los días termino con estas palabras "que triunfe el bien y la justicia, que su nombre sea reinvindicado y que consiga más ayuda para sus niños que la que recibía antes de ser injuriado".
Mire, yo tenía un Hijo en Fortín Mercedes, ahora tendría su misma edad, era hermoso y bueno como un ángel pero un hombre que iba manejando borracho lo mató despidiéndolo a treinta metros. Me sentí agobiada, sin ganas de luchar pero tenía otros dos niños y tuve que seguir adelante. Ahora estoy contenta porque se que el me protege desde su estado de gloria. Le cuento eso para decirle que después de la tempestad viene la calma. El tenía solo 11 añitos. Pídale a él que interceda por Ud. Sé que lo hará. El se llamaba Eduardo Jorge.
Aquí, desde Comodoro Rivadavia-Chubut soy la Gran defensora suya. Aunque no lo conozco siento un gran afecto por Ud.
Nos une la fe y la profesión soy Asistente Social y Profesora para Deficientes Mentales (jubilada).
Lo tengo presente en mis oraciones y en la Santa Misa diaria.
Con el mayor aprecio,
Carmen