Cartas


Cadena de Oración
por el Padre Julio César Grassi

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De: Celia Benítez, Blanca Cabral, Margarita Yguain, Mabel Villarino

Fecha: 30 de agosto de 2005

Asunto: Cartas de apoyo en AmbitoWeb


Señor Director:

Hemos enviado a los señores obispos, miembros de la Conferencia Episcopal Argentina, la siguiente carta:

Como miembros laicos de la Iglesia Católica, nos dirigimos a ese cuerpo para manifestar nuestra preocupación frente a ciertos sucesos y las reflexiones que ellos nos merecen.

La renuncia de monseñor Maccarone y las causas que la provocaron volvieron a poner sobre el tapete el comportamiento privado de nuestros ministros del clero y su culpabilidad real o perversamente montada, como ocurrió en la mayoría de los casos. No vamos a juzgar la conducta del ex obispo de Santiago del Estero, porque ese juicio queda reservado a Dios. Rescatamos el pronunciamiento prudente de la Conferencia Episcopal y compartimos sus criterios de acompañamiento, misericordia y comprensión.

Esta actitud que como cuerpo se muestra hoy a la sociedad, y que de alguna manera también se sostuvo en 2002 frente al caso Storni, no se condice con la más tibia o ausente frente a la situación de algunos sacerdotes que, con o sin pruebas, fueron acusados públicamente de realizar actos reñidos con el sexto mandamiento. Acaso ¿esos sacerdotes no merecían la expresión pública de la misma misericordia en la culpabilidad o el apoyo incondicional en la presunción de inocencia?

Queremos señalar, como también lo han manifestado oportunamente otros hermanos en la fe, que aún nos sentimos muy dolidos por el pronunciamiento tibio y confuso de la jerarquía eclesiástica como cuerpo (sí hubo expresiones individuales de apoyo) en el momento en el que fue acusado públicamente el padre Julio César Grassi. Y sin prueba fehaciente alguna: porque aquí no hubo videos, ni cámaras ocultas, ni fotos reales o montadas que lo mostrasen en situaciones comprometidas. El padre Grassi era y es tan sólo un sacerdote, pero su nombre y su obra habían trascendido largamente las fronteras del país. Ante este relativo silencio, era lógico que los enemigos de la Iglesia no tardarían en venir por más.

A casi tres años de aquel suceso que nos llena de vergüenza como sociedad civilizada, seguiremos siendo testigos mudos de su dolor, del dolor de sus niños y de su necesidad de demostrar su inocencia. A ustedes, que han visto tantas miserias y tanto sufrimiento, no les pedimos que cumplan el rol de la justicia, sino les reclamamosla actitud paternal del pastor con la oveja que el entorno del poder ha vuelto más vulnerable. Aún nos entristece pensar que con la autoridad moral bien ganada de ese Cuerpo Eclesiástico, con una actitud más firme y oportuna, y defendiendo la opción de presunta inocencia hasta que se demostrara lo contrario, se hubiera evitado el escándalo mediático que conmovió y dividió al país.

Celia E. Benítez (LC: 4.265.853), Blanca V. Cabral (LC: 2.350.512), Margarita del C. Yguain, Mabel Villarino.

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E N C U E S T A
Padre Grassi:
¿Inocente o culpable?




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