Cartas


Cadena de Oración
por el Padre Julio César Grassi

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De: Alicia Carmen Pumar

Fecha: 18 de mayo de 2009

Asunto: El Padre Grassi, los chicos del hogar Felices los Niños y nosotros, los Argentinos


Asunto: El Padre Grassi, los chicos del hogar Felices los Niños y nosotros, los Argentinos y nuestros representantes
Date: Sun, 17 May 2009 23:26:05 -0300

Desde el viernes vemos en TV las imágenes de lo inaceptable.

Nos, todos los Argentinos que nos consideramos "de bien", nos sentimos amenazados, insultados, agredidos y maltratados, cuando no somos asesinados y mutilados por jóvenes inimputables, a veces niños.

Hoy , ayer, el viernes, las imágenes de la Televisión frente al Hogar Felices los Niños me provocaron gran angustia y rabia. Y si alguien disiente con lo que manifiesto luego de haber estado presente en un lugar donde 36 niños/adolescentes que vivieron el milagro de recuperar un hogar y una familia hoy están siendo echados a la calle nuevamente, su disenso será bien recibido porque será útil y es lo que necesitamos. Yo sentí angustia, repito, ira, desazón... y llamé a mi hijo a su casa para que me acompañara para hacer acto de presencia y repudio.

La persecución de la policía a esos niños, el terror que mostraban, me reveló el grado de violencia desmesurada que nos rodea, institucional, sin duda.

Si el padre Grassi tiene deudas ante la justicia las deberá pagar. Pero... ¿ante qué justicia? ¿La que organizó el atropello y despropósito intolerable en un país civilizado que nos muestran los medios?

Nadie puede ya hacernos creer a nosotros, que hemos recorrido un largo camino, que es justificable un procedimiento como el de este fin de semana.

La policía, amenazante y activa, persiguiendo los niños como si fueran delincuentes, terroristas, asesinos o narcotraficantes.

Los niños huyendo aterrorizados. Y ahora me van a decir que las filmaciones fueron truchas, estoy segura.

Adolescentes que han estudiado, pueden comunicarse, defienden a sus "hermanos", a su familia, defienden con uñas y dientes su única oportunidad de progresar en la vida. Porque llegaron allí dejados de lado por padres, madres, familia, sociedad. Una sociedad que hoy los expulsa nuevamente. Una sociedad que se alarma por este tema pero olvida cuántos hay hoy olvidados a los costados de las vías del tren y en las villas que nos rodean.

Todos somos culpables, pero la mayor culpa recae en el que medra con cargos públicos del más alto nivel. En el que engaña, manipula, roba, y mira indiferentemente hacia otro lado. Disiento con el Sr. Portal a quien respeto por su encendida defensa de estos niños, cuando habla del aporte del ONABE. Yo ví los niños a lo largo de las vías del Tren San Martín y esos son terrenos del ONABE. Alguien permite los asentamientos clandestinos. Y finalmente, no son 36, son 6000, los niños en riesgo. Los que perdieron el subsidio... ¿por qué razón? ¿Por el Padre Grassi? ¿Van a ir por los 6000? ¿Cuántos hogares alternativos existen? ¿Dónde los pondrán? ¿Por qué no informan dónde están los niños retirados el viernes? Nosotros queremos saber.

Si mañana mi hijo es herido, asaltado o muerto por un niño adolescente, ya sé a quién recurrir. A los responsables.

A los responsables, de hoy y de ayer. A los que discursean pero no accionan. A los que hacen campaña pero se olvidaron que los niños abandonados son delincuentes del futuro. Y a los que hablan de educación y se olvidaron de que hay que educar al soberano cuando todavía es posible el aprendizaje.

Los hombres, a saber que si engendran niños son responsables de ellos. De su educación en un entorno de protección. Las madres, a cerrar las piernas, para eso hay elementos. O hacen mucha gimnasia o piden ayuda e instrucción a los hospitales y médicos, que algunos habrá bienintencionados.

Volviendo a Charlone 700; allí estuve yo. Allí estuvo mi hijo, luego de decir un no, pensarlo y aceptar - por razones que desconozco - que debía acompañarme. Quizás no muy convencido, pero algo en su interior le dijo que allí había que estar.

Nosotros todos maldecimos cuando nos roban... cuando nos matan amenazamos con matar.

Hay 6000 niños en los hogares de Felices los Niños. Si ésta es sólo una muestra de lo que se viene, no alcanzarán 1000 cárceles para defender las generaciones futuras.

Es innegable la responsabilidad de quienes debían estar este fin de semana presentes dando la cara, las explicaciones, conteniendo y dando un poco de amor y comprensión; no entendieron que del otro lado hay niños y jóvenes que están aterrorizados.

Niños y jóvenes que cambiarán lo que tienen, un techo seguro, un ámbito protector y disciplinado, por algo como Guantánamo.

Donde se los tratará como como desechos humanos. Irrecuperables.

Por esto que pasó este fin de semana, Argentina está como está.

No se moleste el Fiscal Jalil ni la Jueza Estrada. Ya es tarde.

Las imágenes de los niños llorando, de los golpes, de la policia reprimiendo y corriéndolos como delincuentes, la reticencia a comer por temor a ser dormidos, es suficiente demostración de que ni el Fiscal ni la Jueza nos sirven como referentes.

Ni uno ni otro estuvieron presentes.

Ni lo estuvieron los funcionarios gubernamentales que hoy están haciendo campaña y mañana también lo estarán.

Ni lo estuvo el Ministro de Seguridad y Derechos Humanos.

Era fin de semana.

Había que descansar. O esperar el llamado del Jefe. O mostrar el Calafate.

No quiero que un día un niño adolescente mate a mi hijo o a mi nieto. No quiero esta Argentina.

Por eso fui a Charlone 700.

Y me arrepiento de no haber concurrido muchas veces antes ante situaciones donde nuestros representantes están ausentes.

Que parece ser el 99.9997% de las situaciones que nos alteran como sociedad.

Este no es el camino.

Un vidrio roto no es excusa.

Una humedad no es excusa.

El adolescente que me robó en el Tren San Martín estaba arriesgando su vida por una cartera. Saltó del tren para refugiarse en ... "un refugio"?

Y nosotros, Argentinos, funcionarios, Gobierno... los llevamos a nuestros reformatorios, de dónde -obviamente- huirán más dañados, con más odio, más aterrorizados y -quizás- más resignados a matar o morir.

La violencia llama a la violencia. Habría que reflexionar sobre quienes nos gobiernan y repensar -desde la humildad de la ciudadanía que trabaja y lucha- qué país queremos.

Lo que no se puede hacer es seguir mirando hacia otro lado.

Barrenechea, Capristo, y muchos más, hoy sobrevolaban Charlone 700.

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Alicia Carmen Pumar

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E N C U E S T A
Padre Grassi:
¿Inocente o culpable?




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