Cartas


Cadena de Oración
por el Padre Julio César Grassi

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De: Blanca Cabral y Celia Benítez

Fecha: 25 de abril de 2009

Asunto: Por los niños del Hogar San José Obrero


Somos dos voluntarias del Hogar San José Obrero y también como todos, la noticia sobre la orden de traslado de sus niños, nos llegó desde algún lugar ajeno, en el mediodía del jueves.
Fue un balde de agua fría. Y no sólo por la noticia en sí, sino por los mendaces motivos aducidos: ley de la selva, maltrato, abusos, etc. Fue difícil asumir que estaban hablando del Hogar al que desde hace varios años nos une cierta pertenencia y a los chicos con los que hemos aprendido a querernos.
Pero aquí no vamos a hablar de la furia y la impotencia que nos provoca esta inesperada noticia. Tampoco queremos opinar sobre temas para los cuales no estamos preparadas. Sólo queremos hablar desde nuestro propio sentir de mamás.
Porque hemos visto crecer a esos niños; los hemos visto llegar con su dolorosa mochila a cuestas, con su rabia y con sus miedos, masticando su angustia en los rincones, huyendo de los adultos que tanto daño ya les habían causado. Los vimos entregarse poco a poco a un abrazo fraterno, suplicando a su vez por un sí cuando se atrevieron a preguntar: “vos me querés?” También vimos crecer en ellos el sentimiento que los llevó a construir nuevos sueños, a confiarnos pequeñas cosas, y también a construir una esperanza.
Por todo esto, fue desgarrador para todos el momento en que recibieron los niños la noticia y su pedido suplicante de que no los abandonemos.
Por eso quisiéramos llegar de alguna manera al corazón de quienes deciden su vida y su futuro, y decirles que esos chicos pudieron superar su dolor y construyeron una familia. Y esa familia no está formada solamente por sus hermanos de sangre. Lo han hecho todos juntos. Juntos compartieron sus vacaciones de mar o de sierras que antes no habían tenido; junto sus días de esparcimiento en la colonia de verano; juntos sus tareas escolares, con los más grandes ayudando a los más pequeños. Todo lo que hace cualquier familia.
Queremos que vuelvan los almuerzos domingueros, que eran un verdadero día festivo. La comida después de la misa, con su papá, algunas madrinas, nosotros las tías y algún visitante casual, que también era invitado a la mesa. Y luego de una animada sobremesa con las infaltables golosinas, un picadito de fútbol, un partidito de voley o unas visitas al quiosco de Don Manolo.
No permitan que un conflicto entre adultos justifique el dolor de estos niños. Ellos ya han sufrido demasiadas pérdidas. Que ellos mismos les cuenten sus sueños. Dejen que tengamos más domingos festivos y vengan a compartirlos con nosotros. Cuando uno de esos niños los mire a los ojos y les diga: “yo te quiero”, serán uno más de esta gran familia.
Que nuestra Madre Auxiliadora nos ilumine a todos, para que los niños de San José Obrero puedan sentir que finalmente la vida, se ha reconciliado con ellos.

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E N C U E S T A
Padre Grassi:
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