El magistrado había comparado el asesinato de la nena con el de María Soledad Morales en Catamarca. Y había hablado sobre la muerte del testigo: “Hubo una explosión, pero la garrafa de su casa estaba intacta. Fue un atentado”, había dicho Drochi, que es presidente del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 1 de La Matanza. Además, había criticado la investigación, puntualizando en el director de la DDI La Matanza, el comisario mayor Marcelo Javier Chebriau, y en el fiscal general de Morón, Federico Nieva Woodgate. Los atacantes, que le robaron dinero y documentación, le dijeron: “Callate la boca o la próxima vez te matamos”.
Esta situación provocó la reactivación de la Comisión Investigadora del Caso Candela del Senado bonaerense que en su momento llegó a una conclusión atemorizadora: según dictaminaron, la investigación alrededor del secuestro y asesinato de la niña había sido intencionadamente direccionada para ocultar la actuación de delincuentes (con y sin uniforme) en el negocio del tráfico de drogas y en secuestros con resolución extrajudicial. Habían recomendado –sin éxito– expulsar “inmediatamente” a varios policías, entre ellos Chebriau y al actual jefe de la policía Hugo Matzkin, además de llevar a jury a autoridades judiciales, como Nieva Woodgate.
La muerte del testigo alertó rápidamente a las integrantes de la comisión. Cuando el testigo Aníbal estuvo frente a los senadores, dijo muchas cosas. Según pudo saber Veintitrés, varios de los integrantes de la comisión sospechaban que su muerte iba a terminar produciéndose de una forma mafiosa. Pese a que Aníbal era un testigo de identidad reservada, su nombre había trascendido. El hombre era un carnicero en Hurlingham, el mismo distrito donde vivía Candela. Su testimonio era el único que vinculaba a la banda acusada de secuestrar a la nena, conformada por Fabián Gómez, Fabián Espíndola, Leandro Jara y Guillermo López, quienes se conocían entre ellos, con el presunto homicida y supuesto psicópata sexual, Hugo Bermúdez, que no tiene vínculo con los otros sospechosos, lo que cerraba la hipótesis del fiscal Marcelo Tavolaro.