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Querido Padre Julio, 

 

Soy de los que piensan que no hay casualidades. Hará un par de años, armé un grupo de docentes, y Juan José se sumó, sin conocernos. Súbitamente, me vino que tenía que llamarlo y conocerlo, cosa que hice hace poco. Descubrimos que no sólo somos de la misma especialidad y hemos ido a la misma secundaria, lo que ya es una gran casualidad, sino que está íntimamente ligado a quien está viviendo una gran injusticia, una grave irregularidad también, que juzga por trascendidos que fácilmente se pueden inventar, en lugar de decir “not guilty” como dicen tan sucintamente en inglés cuando no encuentran evidencia concluyente. 

 

Siempre quise averiguar por su caso, y siempre pensé “me parece que el Padre Grassi no puede ser culpable”, porque, también, siempre fui fana de Raúl Portal (que en paz descanse) desde el notidormi y desde sus brillantes intervenciones en los programas de feministas, donde no podían con él. Incluso me compré su libro “pequeño portal ilustrado” para tener todas sus frases geniales juntas. Desde ahí empecé a inventar mis propias frases y apodos. Siempre le creí a Raúl y todas sus argumentaciones por este tema, y también le creí a mi propia intuición, que siempre me dijo que no es posible que una persona que es invitada a los medios con tanta frecuencia por su obra con los niños, en realidad esté ocultando algo tan nefasto, por lo menos en aquella época (ahora … quizás podría ser cualquier cosa). Más bien siempre me pareció que Ud sin querer afectó intereses de los poderosos, quienes no se la perdonaron y actuaron como mafia que se toma revancha y muestra públicamente lo que le podría pasar a quien afecta sus intereses $$$. Obviamente, así como es posible “adornar” a personas para que declaren mentiras, también sería posible “endulzar” al personal judicial. En cuanto sea posible, si Ud lo acepta, pasaré a visitarlo, o nos veremos cuando recupere Ud su libertad. 

 

Somos muchos, pero lamentablemente ocurre lo que suele ocurrir hoy con las personas de moral “cambiante”. Tienen miedo de ser políticamente incorrectos, y que el poder se entere y les haga algo malo. Pero si claudicamos frente a los malos, y no hacemos nada, por MIEDO A QUEDAR MAL CON EL MAL, como digo yo, ya estamos perdidos desde el principio. O como diría, mejor, Edmund Burke, “Para que el mal triunfe, sólo se necesita que los buenos no hagan nada”. Le agregaría lo que decía el Dante, “los peores rincones del infierno, están reservados para aquellos que, en tiempos de grave crisis moral, eligen la neutralidad”. 

 

Paulatinamente nos van empujando a ser obedientes al mal, ni hablar ahora en la gravísima distopía que estamos viviendo. Pero ese es otro tema, muy largo y antiguo, ahora lo importante es hacerle llegar mi apoyo fraterno, y el reconocimiento a una persona que está siendo injustamente encarcelado. La justicia de Dios caerá sobre ellos, y hasta quizás, el pueblo (el verdadero) haga justicia él mismo sobre ellos en vida, como lo pronosticaran Benjamín Solari Parravicini y Don Orione. Algo muy malo está pasando, si a los “presos amigos” los dejan irse a su casa, con la excusa de una falsa pandemia, pero a los encarcelados injustamente con infamias, los retienen, señal que son presos de la mafia judicial paga por los poderosos $$$. 

 

Estoy seguro que Ud está fuerte, íntimamente sólido, y dando testimonio de que es una persona de bien. No sirve de consuelo, pero he visto en televisión entrevistar a un preso que era claramente inocente, pero acusado de un asesinato. Su cara al hablar era de un indescriptible dolor y tristeza. 

 

Nos veremos próximamente, si se puede, ahí en su lugar de reclusión, o afuera, en las calles. Le pido, si le parece bien (no lo haga en caso contrario) que me cuente de sus días, qué está haciendo, si oficia en el presidio, si está estudiando o qué está leyendo, cómo lo tratan, si hay psicólogos buenos ahí, todo por supuesto si le parece bien y no lo compromete hablar. Y si no, quede esto como un saludo, recordando que nuestro principal problema es el pecado, no las tribulaciones, y esperando que esto le haya servido para sentirse mínimamente más acompañado por un fiel seguidor de Cristo. Le envío un fuerte abrazo. 

 

Dios lo bendiga. Sit nomen domini benedictum.

 

 

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